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Al caer de la tarde (Para Páginas Ilustradas)
Todo bien lo recuerdo. Fué una tarde del mes de junio en el florido campo.
Tú estabas pensativa. yo cobarde.
ambos cegados por el mismo lampo.
Dime algo, murmuraste sin reserva, con tus ojos clavados en mis ojos, y yo, como el que observa sin reparar en nada, depuse mis antojos, y no pude embebido en tu mirada decirte una palabra, hacerte mía.
que la dichia que en mi alma se encendía me empujaba tan sólo contemplarte bajo el rayo de sol que ya moría. Después, ya pude hablarte y te hablé de mis sueños y quebrantos, de los divinos cantos que brotan como fiores al encontrar dos almas las delicias de un amor que se viste de colores y torna sus colores en caricias!
Temblando casta mente bajaste la alba frente engarzada tu mano con mi mano, y luego me dijiste. Por qué al principio te mostraste triste?
No sé lo que pasó. Rompióse el velo que guarda en el arcano la viva floración de un viro anhelo.
alegre despertar, rica fortuna, que cruza los espacios con un vuelo, que hace dos almas confundirse en una. Agustín Luján 2609

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