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Sursum Para Páginas Ilustradas Nada exijo de ti: yo siempre altivo levanto el alma la sublime altura, y al rudo golpe del dolor revivo despecho del mal y tu hermosura.
Un alma timorata y delincuente torcer no puede el rumbo de mi sino, cual nunca llega el miasma pestilente del pantano al lucero diamantino.
Sobre la mar rugiente de la vida va mi nare infeliz de tumbo en tumbo: mas con el alma soñadora herida.
como un bravo en su abismo me derrumbo.
Cuando en mi pecho tocan rebato locas pasiones con feroz murmullo, su obra nefanda al punto desbarato al dictamen soberbio de mi orgullo.
Nada vale el amor si es un fantasma que la ceguera de la carne inspira, y no un arcángel que el Eterno plasma y por su patria celestial suspira.
Amor no es rayo que deslumbra y pasa.
es casto ensueño de uil edén sublime qne en su visión el pensamiento abrasa; es voz de bien que salva y que redime; Nectario divinal que siempre lleno de dulce y grata y vívida fragancia, dios bondadoso en el herido seno desde la altura de su gloria escancia.
Por eso yo lo busco entre la lumbre del candor, de la fé, de la esperanza, y en alas de mi anhelo hasta la cumbre del excelso ideal mi alma se lanza.
Astro que irradia sobre negro abismo, tú siempre, amor, mis dolores vienes, y hallo candidas rosas en mí mismo para adornarte las radiantes sienes.
Pedro Montesinos 26
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