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1 e que ando por esas calles con una seriedad episcopal el mismo asesino remata la suerte con este soneto: habla de unos vecinos burdos y dice. que cruzan la vida amarg.
paradójicamente larga (y tan larga)
como ran los bueyes de carga bajo el pincho, bajo el arnés; mas son felices su modo puesto que, sombra de tejado.
comiendo mal amin Dios: iy sobre todo, sobre todo nunca, nunca han necesitado las píldoras del Doctor Ross. Oh, los poetas purgantes!
Quienes estos apuntes lean creerán que los atentados concluyen aquí, por orden de la autoridad: pues no, señor, no concluyen; hay más.
Pertenecen un libro en preparación; son los preludios. Dios nos libre de la ópera: El último de esos preludios es. Pri otro soneto. y ese soneto asegura que los violines suenan; y lo dice así. Cese la impaciencia de los brodequines de descoyuntados y finos tacones porque dentro el vientre gris. de los violines duermen pájaros blancos los rigodones.
Vibre en la penumbra, sobre los jardines, el triple cordaje de los corazones mientras se apagan los últimos sones de los violoncelos y los mandolines.
y Damas que parecen tímidas gacelas, fúlgidos destellos de las escarcelas.
pasan bajo el beso lívido del gas; que al arrullo suave de besos que estallan los violines duermen. los violines callan los violines sueñan que no sufren más.
if Qué bien hacen los violines. Ay, de los. lectores. Después de esto. habrá abolicionistas de la pena de muerte?
Bendita sea la ley de la compensacion. Qué descanso. Qué frescura. Qué consuelo, leer después de los crímenes transcritos la filigrana de Alfaro Cooper, en el número 150 de Páginas. Por qué, Dios y señor mío, no escribirá más de lo que escribe ese poeta del sentimiento, ese cantor de los nobles y sublimes afectos, esa alma blarca?
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