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Lances de honor Para Páginas Ilustradas ulo ión.
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Ya sabemos todos que en la flemática Inglaterra, entre otras de las buenas cosas que no tiene, carece de eso que se ha dado en llamar lances de honor y que, muchas veces, no son lances siquiera. Resulta allí una cosa sumamente ridicula el que dos prójimos, por cualquier tiquis miquis, se larguen un par de balazos un par de estocadas; tan ridiculo, que cuando dos gentlemen sienten hervir la sangre y por exigencias sociales, bien que estúpidas, quieren lavar una ofensa, lo primero que hacen es tomar el vapor irse un pais más civilisado en el que aún sea cosa corriente romperse el alma el bautismo, con acompañamiento de testigos y médicos.
Afortunadamente, se ha iniciado, hace ya algunos años, en ciertas naciones de la decrépita Europa (estilo ultra americano) un movimiento social contra el duelo y así vemos que en Alemania se persigue con rigor esa chifladura y en España un excelente sujeto, el barón de Albí, no ceja en su campaña antiduelista fundando una asociación que, en continuo crecimiento, cuenta en su seno con muchos jefes del Ejército que tienen probado su valor en cien combates.
Esto, hasta cierto punto, parece una incongruencia, y acaso lo sea; porque no deja de ser altamente extraño que los que han sabido matar y exponerse que los maten colectivamente, crean un delito un absurdo matarse por parejas.
Pero por algo hay que empezar y el día en que se hayan desterrado de todas las naciones los duelos entre dos, posible es que, por consecuencia lógica, se destierren también las guerras ó, por lo menos, se reduzcan un pugilato entre los dos bárbaros que las quieran promover. mi sentir, y conste que no trato de imponer mi opinión, hay un medio muy eficaz para suprimir los duelos dejando salvo el honor, que muchas veces no parece por ningun lado es un comodín que se acude para esconder precisamente su antitesis, que es la desvergüenza. ese medio es el que yo puse en práctica, no hace muchos días, al verme honrado con el cargo de padrino por un ente que quería a todo trance arrancar la vida a otro prójimo, por los ultrajes que de él había recibido.
Pues sí, la otra mañana, hallándome yo cumpliendo el precepto bíblico, con el sudor de mi frente (32 centígrados, y con la tinta del tintero, entró como una bomba en mi despacho un amigo, vamos al decir, llamado Crispulo y de cuya compañía procuraba yo librarme cuantas veces por ella me ve a amenazado. Entró, como digo, y sin más preámbulo dijo. Chico, si eres mi amigo me lo vas probar ahora. Qué te pasa? contesté previendo un sablazo, aunque no del género duelista.
Anoche, en el Casino, y por cuestión de juego se promovió una discusión entre y yo. Nos acaloramos los dos y ese miserable me insultó infamemente. Hombre. qué te dijo. No quieras saberlo; lo peor que puede decirse en público un hombre de honor y.
Calma, calma; vamos ver. Qué es lo peor que pudo decirte ti. No me lo hagas repetir siquiera. Dime sencillamente si quieres ser uno de mis padrinos y.
No te precipites, hombre. feroz. Para que yo sepa qué atenerme y comprenda la gravedad de la ofensa, necesito ante todo saber cuál fue ésta y el origen de la cuestión.
2013
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