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Lambertina Episodio de la Revolución Francesa (Para Páginas Ilustradas)
EL SEDUCTOR Si Dios te ha dado un alma generosa que a fines altos sin cesar se eleva, no te sorprenda, Lambertina hermosa, que dirigirte súplicas me atreva.
Yo te lo juro por el Rey del cielo: ansie tu amor como sin par tesoro y nunca, nunca, me impulsó el anlielo de sepultarte en llanto y en desdoro; Mas de mi cuna ley inexorable en tu verdugo convirtióme un día, cuando eras tú mi bien inapreciable, mi afecto sumo. la ventura mía!
Si lágrimas que vierto arrepentido y el íntimo pesar que me devora pueden mover tu corazón lierido, benigna dame tu perdón ahora.
LAMBERTINA ¿Y te imaginas que tu labio artero.
si allá en la edad de virginal pureza supo lanzarme en el oprobio fiero, hoy logre arrebatarme mi riqueza. la sola dicha que me guarda el mundo, la solitaria y lúgubre esperanza, que me conforta en mi dolor profundo, mi eterno pensamiento. la venganza?
Pides perdón; me pasma tu osadía. Qué hiciste. dí. del corazón sincero donde inflamaste ciega idolatría. No fué tu diversión mi amor primero. En qué trocaste mi reir frecuente, la paz de mi alma religiosa pura, aquella fé tan deliciosa, ardiente, tautas esperanzas de ventura?
Flores que te halagaron un momento, las hollaste después con alma fría: idilio bello convertiste en cuento Con que se alegra la brutal orgía.
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