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LA CAPITANA signe reina coronada de laureles y la humanidad entera engolfada en la esperanza. La esperanza. la esperanza en Dios, esa era la ancora fortísima que amparaba entonces la flotilla aventurada de Colón, manifestándose de modo fervoroso en el cántico de angustia, en la mística plegaria de la Salve Regina, cantada allí por ciento veinte conturbados navegantes, y que al anochecer de aquella víspera solemne, desde la inmensidad del Océano, subió propicia al cielo.
Noche de anhelante insomnio y de ansiedad infinita. fué aquella memorable noche.
No hubo en las navecillas, párpado que se plegara al sueño, ni corazón que sereno palpitara, ni ojos que no escudriñaran hacia proa. el más allá de las tinieblas. Rodrigo de Triana, centinela vigilante de la Pinta, vió de súbito descorrerse el misterioso velo. y desde el castillo de proa, grito. tierra. con alborozado acento. Tierra. y para anunciarla, un alegre cañonazo resonó en la Pinta. Eran las dos de la madrugada. Acostaron velas y se pusieron a la capa en espera de la aurora. Lució el nuevo día, y apareció el Nuevo Mundo: aquel día era el 12 de octubre de 1492, y aquella tierra, tierra americana: la isla de Guanahaní. Colón se arrodilló al punto, entonó el Gloria Dios en las alturas y se volvió inmortal. Oh fecundísima inspiración aquella por la cual el Nuevo Mundo surgió a la vida de la civilización, transformándolo tan profundamente cual si lo creara! Oh hazaña sin igual! Mas para enaltecer y recordar el don generativo y benéfico traído tierra americana por la frágil carabela de Colón, no son necesarias las vanas palabras del encomio, sino que basta la contemplación misma de los hechos: de la barbarie la civilización, como quien dice, del caos la armonía; he ahí en síntesis descrita la mudanza colombina proclamada por los hechos.
Ciertamente, así como en el comienzo de los tiempos el fecundo luminar del día, cruzando por las bóvedas del caos, separó la luz de las tinieblas, y alumbrando la descubierta tierra, vistióla al punto de nueva y vigorosa vida, así también, el día 12 de octubre de 1492, se levantó vivificante. y se mantiene provido, el sol de Guanabaní, revelando por doquiera el poder de sus influencias creadoras y el prodigio sus bend ficios. como en prenda de ellos, quedó en el cielo americano perpetuamente visible la estrella fija del progreso, seguro Norte de las naciones, para que la observaran y siguieran poniendo ellas sus ojos, sin confundirse, ora en la colosal Osa Mayor del Setentrión, ora en la argentina Cruz del Sur, constelaciones magníficas que señorean por el inundo de Colón.
En verdad, veinte Repúblicas extendidas hoy lo largo del continente, dan claro testimonio, con su existencia misma, de cómo ha sido transformado el pristino ser del Nuevo Mundo, y, por consiguiente, dan 2723

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