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también, con su propia cultura, más menos acentuada. aquí y allá, pero en todas ellas acogida y en muchas de ellas revelada en las múltiples manifestaciones de la ciencia y el arte de la industria y el comercio: en la electricidad que las ilumina y muere. en el locomóvil que las aproxima y hermana, en el velero que las trafica y divulga, en el fruto que las enriquece y sustenta, en el taller que las vigoriza y adiestra, en el libro que las dignifica y enseña, en el ideal que las conturba y levanta, en el acorazado que las defiende, en el régimen que las gobierna, y en los Congresos de los Señores del mundo que las llaman, oyen y reciben en su seno, testimonios evidentes de aquellos preciados beneficios mundiales que arrancan del inmemora ble día de Guanahaní.
Glorificando, pues, Colón que tantas y tan grandes proezas hizo y que tantas y tan grandes maravillas originó, concertemos nosotros los costarricenses, nuestras fervientes voces de alabanza con el coro universal que le aclama por bienhechor insigne del género humano; pero para honrarle con mayor sublimidad en este aniversario del descubrimiento de América, suceso en el cual se engendran, nuestro origen hispano, nuestro excelso lenguaje, nuestra fe religiosa, nuestra entidad nacional nuestra propia existencia. Ofrezcamos la memoria de aquel ínclito genearca de la América, cual ofrenda subidísima, el empeño inquebrantable que pondremos en mantener Costa Rica dueña y señora de sí misma, y digna y merecedora de su propio señorío; que ahora. cuando con injusticia irritante corren por el mundo en daño nuestro, falsas acusaciones, fatídicos desdenes, amenazas apocalípticas, es precisamente la ocasión de afirmar más y más con la circunspección de nuestras propias acciones las bases sobre las cuales ha reposado y reposa nuestra pequeña nacionalidad: el imperio del derecho, el yunque del trabajo y el ara sacrosanta de la paz.
Manuel Giménez 74

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