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io es lida Para el ilustre Haeckel, América debió haber sido poblada desde el Este del Asia Septentrional por la misma tribu mongólica de la que se separaban los articos (hiperbóreos y esquimales. Dichos mongoles se extendieron primero por toda la América del Norte, marcharon luego a la América Central, y desde allí, por el istmo de Panamá, llegaron al Sur de aquel continente. Ya se sabe la opinión de Müller, refiriéndose la mongolomania de muchos sabios. Estos dice convierten la raza mongola en un inmenso saco en el cual meten todo aquello que no pueden dar explicación satisfactoria. La teoría favorita para Mr. Brinton es que los primeros habitantes del Nuevo Mundo procedían del Asia nordeste, bien a través de las islas Auletian cruzando el estrecho de Behring.
En oposición a estas teorías, sostienen algunos otros la de que las diversas razas humanas tienen un origen autóctono, siendo, por lo tanto, distintas las unas de las otras.
Investigaciones modernas, estudios especiales de cada una de las diversas regiones americanas, encaminan su orientación en el sentido de considerar los primitivos pobladores de América como extraños su suelo, Después de las notables investigaciones del publicista sudamericano don Florentino Ameghino, cuya monumental obra La Antigüedad del Hombre en el Plata, tanto ha contribuído al esclarecimiento de los vestigios de la industria humana en aquella parte del continente, trabajos que han sido desarrollados con igual tendencia y amplitud por Gaudry en Francia, acaba ahora otro argentino no menos ilustre, el señor don Oates (3. de presentar ricas observaciones acerca del origen de los primitivos sudamericanos. Según su opinión, no ha habido allí autóctonos: no ha podido aparecer en su suelo el hombre. Es pues, inmigrante en la América. Parece fuera de duda que hay motivo para inferir la existencia de dos grandes tipos como elementos étnicos primitivos de la Patagonia: verosimilmente el dolicocéfalo del americano y el braquicé. falo del De extenderse esta suerte de investigaciones concienzudas por nuestra América, podríamos llegar al conocimiento posible de los aborigenes del Continente. Mucho aceleraría este resultado, por otra parte, la aplicación de la ciencia geológica, Merced sus descubrimientos, se puede asegurar que el hombre vivió en el Norte y en el sur de América al final de la época glacial, cuyo período deberá corresponder a la época musteriana de Europa. la Geologia debe el escritor mejicano don Mariano de la Bárcena el conocimiento, ya universalmente aceptado, de que los vestigios del hombre en el valle de Méjico, fueron encontrados en rocas cuaternarias, Frederick Wright, en su interesante libro The Ice Age in North America refiere la presencia y la actividad del hombre, así como la construción de herramientas y el empleo del fuego, durante los acontecimientos de la época cuaternaria 1eDS 5 es ia (3) La edad de la piedra en Patagonia. Buenos Aires. 1905.
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