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gu tre va es un contrasentido aceptable únicamente falta de medios para evita el motivo del daño, y tan es así que los mismos médicos declaran que no hay enfermedades sino enfermos.
Ya en 1903, en el Congreso, tuve el honor de tratar este importante asunto al proponer una ley para la creación de juntas de higiene sanidad que, guiadas por los médicos de circuito, establecidos hacía poco en aquella fecha, colaboraran en el mejoramiento de los lugares y de las habitaciones.
Esa ley quedó en discusión de detalle y no ha vuelto tratarse en las legislaturas siguientes. No hay duda de que el camino es escabroso y difícil, pero eso no me arredra en mi propósito de contribuir con mi pequeño contingente al desarrollo implantación de los modernos sistemas en bien de la salubridad en general.
Lo que hasta ahora sucede con la higiene no es de extrañar. Lo mismo sucede con los caminos: se nota que están malos pero no se acierta cómo deben mejorarse; lo que falta es instrucción, falta la vulgarización de las reglas y principios fundamentales. Las reglas de higiene son más complicadas y difíciles que las de los caminos, por lo mismo que dependen de principios conocidos desde hace mucho menos tiempo: habrá por lo pronto algo del magister dixit de la Edad Media, porque si ya es difícil luchar con los efectos, más grave y costoso será luchar con las causas; pero con todo, no debe desesperarse por ello y por el contrario acoger con más ardor la situación y luchar con más actividad para hacer ver pronto los ey fectos del triunfo de la ciencia. Una vez vistos los efectos se comprenderán mejor las reglas dictadas y se acatarán. Este procedimiento sintético es más accesible para el público que el analítico.
La aplicación inmediata puede hacerse por medio de las juntas escolares, las cuales se recargaría la higiene con el nombre de JUNTAS ESCOLARES DE SANIDAD, que así como son infatigables en la construcción de sus planteles de enseñanza y en el desarrollo de la educación de la juventud, también lo serían en materia de higiene, principiando por dirigirla en ese sentido y lograr por este medio de sus conciudadanos la cooperación, en vez de la oposición sus órdenes y disposiciones.
En Costa Rica, como en todos los países tropicales, la higiene debería principiar por la de las habitaciones. En Europa y en los países de las zonas templadas, la construcción de los edificios está sujeta al establecimiento regular de una buena ventilación, porque no de otro modo pueden precaverse los habitantes contra los grandes fríos, cuando es indispensable cerrar herméticamente los cuartos y las habitaciones; pero aquí, donde esto no es necesario, las condiciones de una buena ventilación no se toman siquiera en cuenta al construir los edificios y las casas. En el mismo San José no conozco una sola habitación particular que sea ventilada con las reglas del arte. De aquí resulta que un aire viciado es lo que se respira y éste es el principio de un estado morboso en los individuos y sobre todo en la infancia.
Me he anticipado, señores, haciendo esta pequeña digresión, con el objeto de que sea más palpable la imponente necesidad que tenemos de proceder sin demora alguna nuestra redención en este sentido, Jo tre qu te la Ct to dí de so EN ti 01 de bi 282.
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