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que a mo! En Esta incipiente corporación está dando tales muestras de vida que aun los más excépticos se resuelven a reconoNuestro cer en ella, sin pasar por candorosos, las condiciones intrínsecas que le permiten vivir y desenvolverse como una Ateneo institución social de fines bien determinados justos. Es ciertamente indudable que el Ateneo de Costa Rica. fundado ayer nada más, como quien dice, cuenta, en medio de su humildad un si es no es provinciana, con elementos capaces de darle brillo y, lo que es más, de infiltrar en él la savia bullidora y fecunda que liace reventar los organismos nuevos y fuertes en esos mil brotes, túmidos fuerza de sustancia, que bien pronto se convierten en frutos de vida. Pero lo que, sobre todo, confiere estabilidad al Ateneo es que tal institución ha venido satisfacer una necesidad de nuestra cultura, que en ella tiene ahora un lugar adecuado donde manifestarse sus auclias, después de haber vegetado tristemente, como una planta sin sol y sin riego, en el rincón oscuro donde se aíslan las inteligencias cuando no hallan en torno suyo un ambiente simpático que confiar sus lucubraciones.
El acogimiento caluroso dado a la nueva corporación atestigua, ciertamente, que la sociedad reconoce en el Ateneo el órgano superior que le hacía falta para respirar y vivir sus horas en las esferas más puras y nobles del espíritu. Por eso se ha realizado tan naturalmente ese fenómeno de compenetración entre el Ateneo de Costa Rica y el círculo mundial que en él la encontrado al fin un exponente propio de la cultura patria. Hace fe de esta aserción el público numeroso que siempre asiste a las reuniones del Ateneo y que con su presencia y su aplauso ha sabido premiar y alentar la labor de los ateneístas, para quienes fué dudoso el buen éxito antes de ver que estaba con ellos un público ansioso de apa centar su espíritu en los nobles y dulces entretenimientos que al par ofrecen la ciencia y el arte. Este resultado, empero, tiene que ser más halagador aún para los ateneístas si se considera que el bello sexo forma no escasa parte del público especial con que ordinariamente cuenta aquel centro.
La mujer costarricense, si hermosa y buena, no la descollado gran cosa lasta hoy por su afición los placeres intelectuales; y no es que su paladar carezca en modo alguno de aptitud para encontrarle sabor al manjar sutil de que con sibaritismo delicado se nutre la mente: es que la educación no ha acertado aún aquí despertar en la mujer el gusto de lo bello en lo que no sea indumentaria. Sí. en lo tocante modas la mujer costarricense ha revelado tener un gusto muy fino, tan fino que por su traza podríamos con exactitud precisar qué grado excelso de perfección llegaría ella en el estudio de artes más encumbradas; pero aquí no estimulamos a la mujer sino es para que se adiestre en lucir las flores vanas de la frivolidad elegante. No poca fué, por lo tanto, nuestra sorpresa cuando vimos que un grupo de señoritas, con solicitud deferente acudía las veladas sin atractivo mundano del Ateneo. La presencia de tan gentiles números en nuestras reuniones lia sido una revelación consoladora para los que, sin tener en menos el valor y la potencialidad de su inteligencia, temíamos, sin embargo, que el colegio, impotente hasta ahora para dar vida larga entre nosotros al culto de las 2847

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