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dida ta 11 lo se sino to de es el en su puerto del Limón, en donde, según está comprobado, hubo de desembarcar en su cuarto y último viaje el célebre descubridor de Indias. De paso agregaré que la comisión en referencia trabaja con entusiasmo por dar cumplimiento su importante cometido. Invitado a ello por el Socio señor don Ricardo Fernández Guardia, el Ateneo ha promovido también la formación de una enciclopedia costarricense. La obra es magna, sin duda; exige tiempo y ha menester el concurso esforzado de todos los ateneístas; entre éstos hay luces y buena voluntad: la perseverancia hará el resto.
El caso es que al hacer suya y patrocinar idea tan noble y grandiosa, el Ateneo pone de bulto una vez más que todo su afán consiste en hacer correr con desembarazo las fuentes de la cultutra patria que yacen en la inacción.
Taveocasano inzaaicida ivilierido ción, sino e las spor en el uí la de sa de señor SCU a: profeCena a con exLa Naturaleza hace España víctima de su rigor en esPor tos inomentos: el mundo todo sabe, efectivamente, que las cataratas del cielo se han volcado cuán grandes son sobre España varias regiones de la vieja península y que los ríos hidrópicos se han lanzado con furia de sus cauces seculares y han empujado ciegamente, sin rumbo fijo, por aquí y por allá, la mole ingente de sus aguas, como una jauría de olas que, en su loco frenesí, todo lo atropellan, todo lo apabullan, todo lo deshacen bajo el torrente elástico y arrollador de sus patas.
Las inundaciones, según nos refiere la prensa, han sido terribles y hoy se extiende la mortífera desolación del lodo por los lugares donde ayer no más reinaba la vida en una perpetua fiesta de verdura y de frutos. Muchos infelices han perecido en la vorágine de las aguas inmundas; pero no sería para contado el golpe de gente que la catástrofe ha dejado sin albergue y sin medios de subsistencia. Si el mundo civilizado se ha conmovido, como es natural, ante tanta penuria, no hay exageración en decir, eso no obstante, que los pueblos de estirpe española han sentido más hondamente que ninguno otro la desgracia de la noble matrona que nos crió su regazo. la voz de la sangre. esta mentira inocente inventada para sacar de apuros ciertos autores dramáticos, parece haber adquirido ahora el poder fisiológico de despertar en nuestros corazones el sentimiento de raza, ante la ruda prueba con que un hado cruel hace gemir nuestros deudos de ultramar. Sí, el movimiento de simpatía hacia España ha sido unánime en las Américas que ella fecundo con la sangre de sus héroes iluminó con la luz de su pensamiento.
En esa manifeseación, Costa Rica no ha sido la última.
Es seguramente difícil que la fraternidad de raza entre españoles hispanoamericanos se manifieste en país alguno de América con tanta espontaneidad, con tanto vigor como en éste. En Costa Rica, españoles y naturales somos una misma cosa.
La nacionalidad nos separa en el terreno político; eso es todo. El Gobierno de la República no hizo otra cosa, por lo tanto, que interpretar fielmente el sentir de los ticos al promover la celebración de la velada que para socorrer a las víctimas de las inundaciones recientes se verificó el en el Nacional.
Sin duda alguna, no cabía esperar que el óbolo fuese grande: la sociedad josefina es pequeña y pobre: pero más que ofrecer un auxilio las víctimas de la naturaleza inclemente, el Gobierno se propuso ofrecer España, solar mil veces ilustre de nuestros antepasados, el homenaje afectuoso de sus descendientes los costarriqueños en esta hora de 2849 esén, Ennisturo 7maucia, cante Sexnomo Ma lecectar estro

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