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angustia suprema. La velada alcanzó, desde este punto de vista, un éxito cabal. Si exceptúo a nuestro notable tenor don Alejandro Agui.
lar Mora, que desgraciadamente se hallaba enfermo, en ella tomaron parte los artistas más sobresalientes de nuestros salones.
En lo que toca contingente literario, cúmpleme hacer mención del discurso con que el Licenciado don Ernesto Martin abrió la velada.
Martin tiene hace tiempo justificada con pruebas irrecusables su reputación de inozo inteligente y culto; sabíamos también que es escritor fluido y elegante; la vivacidad de su fantasía y el fuego de su palabra nos han dado ahora conocer asímismo que, además, él tiene en potencia el dón sublime de la oratoria. Su discurso fué una revelación ful.
gurante.
El Dr. Zambrana hablo en nombre del Ateneo: como institución que se propone servir de foco central todas las irradiaciones intelectuales provenientes de la agrupación étnica que aquí elabora sus destinos, el Ateneo debía necesariamente comparecer en una solemnidad, como aquélla, destinada a hacer ver que en nuestro sistema nervioso repercute dolorosamente el golpe por la Naturaleza asestado a la nación augusta que desde 1820 hace de cabeza en este vasto organismo de naciones hispanas. Inútil es decir que el orador del Ateneo llenó su cometido maravilla: el Dr. Zambrana es un veterano que triunfa indefectiblemente sobre todos los auditorios en cuanto hace brillar la hoja resplandeciente de su palabra.
En lo tocante concurrencia, sostengo fuer de cronista honrado que la sociedad costarricense estuvo representada esa noche por cuanto en ella hay de más distinguido en el orden mundial.
Gastón de Silva NOTA Las conferencias de los señores don Elías Leiva y don Enrique Jiménez Núñez se publicarán en el número de diciembre próximo.
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