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suerte falaz, tu esclava reverente, y la nifiez rehusas inclemente escasa gota de sabrosa miel. No codiciaba de tu lujo parte, prodigios contemplar en tus jardines, vino gustar que alegra tus festines, hueca lisonja de tu corte vil!
Pobre moneda te pidió humildosa para vivir, para admirar el cielo, el áureo sol, el caprichoso vuelo de matizado pájaro gentil. Pobre moneda te pidió humildosa para gozar de jubilo un momento, para elevar con amoroso acento plegarias al Altísimo por ti; por ti, que ignoras de Jesús la vida; mas sabes el camino del garito, do la ramera al lubrice apetito ofrece su caricia baladi. Maldito seas! que el Señor te aflija con hora negra en que doliente, anciano, comprenda que tu fin está cercano, el fin apetecible tu dolor, y pienses en tus hijos desvalidos, expuestos, sin defensa, tentaciones, ser blanco eternal de humillaciones que para siempre extinguen el pudor. Maldito seas! que tu solo hechizo, aquella joven cándida y garrida, imagen de tu esposa tan querida y de su amor presente celestial, huyendo al hambre, de implacable di nte, con faz tranquila, con risueña boca, los halagos se abandone loca de aborrecido comprador brutal. Y, para colmo de expiación tan justa, adviertas que tu espíritu cansado, por fieras emociones agitado, te va nublando la demencia atroz!
En su carroza deslum inte pase, tu cuerpo casi hollando, el poderoso, una limosna pidas lagrimoso y con asco desóigate feroz!
Emilio Blanchet Matanzas (Cuba)
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