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Cartas literarias la distinguida escritora doña Julieta de Mc. Grigor II LA MADRE DE FAMILIA Reconocido el influjo de las mujeres sobre los individuos, la sociedad, las costumbres y la civilización, lo que resta es hacer que ese influjo sea provechoso la humanidad, si decimos que la impulse la conquista de un progreso bien entendido, racional, cristiano y filosófico en el sentido recto de la palabra; progreso en fin, cuya sombra florezcan la virtud, la paz y la alegría en sus manifestaciones más venturosas. Ahí el grave problema de la educación de la mujer: ahí el sants ministerio de las madres de familia. La que más bien le comprenda, la que le interprete mejor, esa será la que podrá dispensar la humanidad más grandes beneficios.
Mas. cómo se comprende esa sublime ciencia? preguntarán las mujeres. Es muy sencillo; esa ciencia la llevan en su corazón.
Como se hayan desenvuelto bien los gérmenes de sus admirables sentimientos, como se haya destruido bien la levadura de sus malas pasiones, coyo tengan fortaleza para resistir las seducciones de los placeres y las desesperaciones del dolor, todas las mujeres podrán desempeñar con más o menos trabajo. pero siempre con buena fortuna, el sacerdocio inefable de la maternidad.
No me propongo discurrir sobre el grave y trascendental problema de la educación de la mujer, sino dar a conocer cómo se ejerce la ciencia de las madres en el hogar doméstico.
La madre difiere del padre de familia en esto: la familia se encoge ante el padre, no respira; su severa autoridad le infunde respeto; las lecciones brotan austeras de sus labios; su consejo es imponente como el de un oráculo; las escenas solemnes de piedad son presididas por su figuwa magestuosa: se hace amar como un soberano. Todo esto cuadra maravillosamente al prestigio de la madre; en su presencia respira la familia; en torno suyo todo es expansión, alegría, animación; ella preside los juegos de los niños y los alienta con su bondadosa sonrisa; ella satisface su inocente curiosidad y se abre paso hasta su alma con ternura encantadora.
De todo puede sacar partido una buena madre para realizar su objeto floral; de todo sacará partido para componer una lección; ella és úsica para formar esos dulces consejos que hacen las delicias de la in fancia; posee el dón de acomodar su lenguaje a la graciosa jerga de los niños, y todas las flores retóricas no valen para ellos lo que una sola de sus sencillas palabras. refrenar la voluntad; enriquecerla con los tesoros de la sana razón; a despertar la conciencia naciente; morigerar los instintos violentos; favorecer el desenvolvimiento de lo bello y de lo infinito y el gérmen de tanta virtud hiermosa como descansa en el naciente corazón del hombre; realizar esta empresa fecunda debe encaminarse la ciencia de la madre; ella será como el sol vivificador de la casa, como el fae. Continuación del número anterior.
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