Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Anda Julio Flórez Zumbaba el viento en los cristales. Era una noche tristísima de invierno.
La lluvia, el viento, el huracán, afuera!
Ella y yo en el salón. Su acento tierno era como un gemido tembloroso mientras me hablaba de su amor eterno. veces un gemido ur, sollozo entre sus labios trémulos vibraba, turbando mi fatídico reposo. Pobre mujer! Pobre mujer, esclava de mi destino, de mi amargo tedio, donde empieza la dicha. ya se acaba!
La amé cuando la ví. en el asedio de mi dolor, pensé que su ternura pudiera ser para mi mal, remedio. Era maravillosa su hermosura!
Inaccesible la creí, tan bella y tan alta su espléndida figura.
Ningunos ojos cual los ojos de ella.
Tan grandes, tan azules, y perdida en cada uno de esos una estrella.
En el alto peinado, retorcida, era su cabellera una serpiente por alfileres fúlgidos herida. esa diadema de su noble frente, si estaba acaso al viento desatada, era como una clámide luciente.
Sus labios una vívida granada partida en dos, con que la sed provoco, de ardorosa pasión nunca saciada.
Ahora, aquí que la hermosura invoco, verla otra vez, como la ví, quisiera, y otra vez por su amor volverme loco!
Cuando la contemplé por vez primera quedé mudo, inmóvil. Ese encanto era la realidad de mi quimera.
2888
Este documento no posee notas.