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ve 11OS ú, es TO 15; robarle los duraznos por Casiano, y ra viste, los duraznes fueron míos, pesar de que no se desamparaba del cercado. Sufriré inmens mente, pero si es así, vete. Sabré resistir. Vete esta misma noche cuando la tía duerma y los gallos canten.
Está decidido. Decidido.
Se abrazaron efusivamente, y Maruja, rompiendo llorar, sacó de la bolsa de su delantal una moneda, la puso en manos de Gabriel, y echó correr Días después de la triste despedida, el muchacho se hallaba colocado como portero en una casa rica, no sin haber tenido antes que vencer obstáculos terribles, que luchar brazo partido contra el hambre y la miseria.
Pero su patrón, que era hombre observador, que era hombre amante de la juventud inteligente, pronto le tomó cariño y le cambió el oficio. permitiéndole que do bien lo tuviera y asistiese la escue a y que estudiase cuancomo Gabrielín no perdía el tiempo y siempre sacaba buenas notas, más tarde, s19 maestro, en un cambio de ministerio, logró que premiaran al muchaco con una beca en uno de los colegios de segunda enseñanza sostenidos por el Estado.
Ya con la subvención de la beca y porque su decoro de estudante así se lo exigía y sin que se tome esto fatuidad desagradecimiento hacia su protector, quief visita ba todos los días, pudo alqufar una pieza, con otros camaradas, y enviar algo de aquella pitanza la Maruja.
Fueron más que negras las crujidas que pasó al abandonar la casa de su portería. Muchas veces pasaban con el desayuno todo el día. En plena bohemia y en pleno afán se deslizaban las horas sin que en sus estómagos cayera nada que calentase, nada que diese vigor sus ideas.
Un pedazo de pan y una rebanada de queso, he aquí el menú que casi a diario confeccionaban. Pero en cambio, si no había allí champaña, si no había allí licores exquisitos y sabrosas viandas, había un puñado de juveniles corazones que ansia ban flotar por encima de la ignara muchedumbre: que ansiaban, toda costa, sometidos las mayores privanzas, los mayores sacrificios, conquistar puesto entre los más preclaros intelectos, ya como hombres de ciencia ya como hombres de letras.
Le llegó el momento de obtener el título de bachiller y lo obtuvo con gran lucimiento. En seguida ingresó en la escuela de Derecho y coronó sus estudios con éxito notable.
Su bufete era uno de los mejores bufetes. ya Maruja no era Marus ja, sino la señorita María, relacionada con lo mejor de la sociedad, atendida y cortejada por los mozos más apuestos de los salones culminantes, Se encontraban así, dichosos, disfrutando de toda clase de consi. deraciones, de toda clase de comodidades en un chalet que el joven juriss consulto había mandado construir expresamente para ellos un afamado arquitecto italiano, cuando la suerte, veleidosa de suyo, les vuelve las espaldas y da en tierra con tanta abnegación, con tanto sacrificio, tantas esperanzas apenas florecidas.
Fué el triste y doloroso caso, que Gabriel, enamorado locamente de una mujer coqueta que le engañaba y con un pleito ruidoso entre manos, esforzó tanto su cerebro, y languideció tanto su espíritu, que de un momento para otro se sintió Haquear, llegando en su desconcierto perturbarse su razón, y ya careciendo de ésta, lo que llegan todos los desesperados: pegarse un tiro.
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