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VI JUNIO La Tierra, que sucumbe de atonia, parece alfombra de verdoso encaje, y se extiende a lo lejos el paisaje con inmensa y tenaz monotonia.
Rompe otra vez el luminar del dia de las sombras el negro cortinaje y prosigue sin rémora su viaje en carroza de rica argenteria.
Luego, rendido por mortal desmayo, derrama entre las hojas su tesoro, ya moribundo, el impasible Febo, Que, a las caricias de su tibio rayo, hace brillar con el fulgor del oro la temblorosa punta del renuevo.
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