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VIII AGOSTO Como para gozarse en la hermosura que viste la inmortal Naturaleza, el Sol enciende con gentil presteza su fanal de mil luces en la altura.
Hundido en laberintica espesura, el labrador descuaja la maleza, y el tembloroso tallo su cabeza levanta como un cetro de verdura.
De pie, sobre el ejército de ortigas que yacen por el suelo derribadas en hecatombe lúgubre y sin cuento, Se yergen y entrelazan las espigas en el maisal tranquilo, como espadas en vasto y silencioso campamento.
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