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de ella con toda velocidad, hay una caída instantánea y muy distinta de la altura del sonido, el cual queda más grave todo el tiempo que se acrecienta la distancia entre los alumnos y el portador de la campana.
Dos fases pueden distinguirse en el experimento: el período durante el cual umnos y la campana se acercan y el período durante el cual se aleja con el primer período, los estudiantes que se acercan al manantial de las vibraciones encuentran en un tiempo dado un número de vibracione wor que el que hubiera llegado a sus oídos si ellos y la campana huhic en quedado inmóviles. Durante el segundo período, cuando el de la campana y los otros alumnos están alejándose rápidamente unos de otros, éstos corren en la direccióu misma que siguen las vibraciones y el fenómeno inverso se produce. El número de vibraciones que llega al oído en cada segundo es menor que el que hubiera llegado si los alumnos y la campana se hubiesen quedado en un mismo lugar. Como la altura de un sonido depende del número de vibraciones por segundo, el sonido de la campana se liace mas grave desde el momento mismo en que la distancia entre la campana y los oyentes acaba de decrecer y principia crecer.
Un joven poeta Un bardo panteísta, que la bañado sus pupilas en los miniados arreboles de la patria de Martí y ha escuchado las aves legendarias que rasgan el silencio augusto del poético Chapultepec, viene con su dulce y vibradora lira cantar en los portales de Páginas Ilustradas.
Sea bienvenido el señor Miral.
Escuchemos las gratas notas del preludio, en esta tierra, de su armonioso caramillo de poeta joven que oficia en los altares de la gran Naturaleza, eternamente virgen, perpetua mente bella.
En el regazo de la tierra LUIS CANO Poeta antioquetto Echado sobre el césped forecido aspiro los vapores de la tierra maternal.
Una ráfaga de vida purifica mi espítitu.
Anhelo confundir con el alma de las rosas ini alma. El silencio augusto, el Sol lejano, la sombría quietud de la llanura hablan. y mis pupilas interiores contemplan la inefable maravilla de las cosas sin voces, y en esa hora, en oración el alma de la tierra fecunda, le tributo mi silencio, y en tanto el Sol, su gran estrofa cierra, la Máter Natura reverencio.
Santiago Miral 2980
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