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envilecido, cultivando los vicios más odiosos y menospreciando el trabajo, que es la más augusta ley de la vida: vivir en una opulencia prestada y deber la prosperidad a la gracia de los poderosos, una efimera gracia conquistada con serviles movimientos de rabo y con aduladoras miradas, eso no es ser grande, amigo mío: eso es ser parásito inútil, que permanece inmóvil en el gran movimiento de la vida: eso es ser insignificante y débil, eso es ser muy pequeño, amigo mío. Ser frugal y modesto: huir de la molicie que enerva y de la perey za que gasta; er siempre generoso y humilde, tanto entre las claridades de la prosperidad como entre las sombras de la desgracia; eso es ser grande, eso es ser muy grande, amigo mio. luego calló. mientras el del collar se deslizaba furtivamente por la espesura del bosque, el otro ladró virilmente. Era que con sus vigorosos ladridos entonaba el himno de los fuertes.
Luis Andrės Zuñiga Curación de la kleptomania En los círculos médicos ingleses se ha hablado mucho recientemente de una curación notable realizada por el doctor Hollander, conocidísimo especialista en enfermedades nerviosas y desarreglos mentales.
Interrogado el doctor Gollander, en Londres, por un colega, contó éste el resultado de los propios experimentos.
Es, efectivamente, exacto, dijo el célebre especialista, que he conseguido últimamente una curación, la cual, aun con no ser única, no es menos interesante, pues confirma las teorías con frecuencia emitidas en mis obras últimas sobre los desarreglos cerebrales. He ahí de lo que se trata.
Algún tiempo atrás, fuí consultando por cierta persona con respecto un hijo suyo de 16 años que le causaba vivas inquietudes. Era el tal, en efecto, un azote para su familia.
Pendenciero y brutal por naturaleza, sólo pensaba en maltratar sus amigos. Era, además, mentiroso y ladrón, habiéndole llevado un tribunal el último de esos vicios.
Para colmo de desdichas, crecían con la edad sus defectos, y su padre, asustado, disponíase meterlo en una casa de salud.
Examiné al joven, y adquirí la certidumbre de que alguna conmoción del cerebro hubo de causar en él una hemorragia interna. Propuse el recurso de operarle.
Practiqué una incisión desde la coronilla hasta ambas orejas.
Desde luego percibí sobre la oreja derecha una herida antigua.
Después de muchas trepa naciones, quité parte del hueso y descubrí las señales de una hemorragia.
Aplicáronse antisépticos en aquella parte del cerebro y cicatrizóse la herida. los pocos días, el enfermo se había levantado. Con asombro de sus padres, pareció haber cambiado de carácter. Mostróse docil y benévolo, y desde entonces no la vuelto caer en sus antiguos vicios. Parece que su sentido moral ha ya experiinentado una transformación completa.
Cita el célebre alienista, además, otros casos análogos de curación de kleptomanía.
Señala sobre todo el caso de un individuo que, después de asesinar su esposa y dos lijos, suicidóse.
La autopsia reveló que tenía un abceso detrás de la oreja, localizado exactamente en el mismo sitio en que lo tenía el enfermo precedente.

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