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Una carta Publicamos la siguiente carta que merece ver la luz, viniendo de quien viene: de una distinguida personalidad literaria de la República Dominicana: Puerto Plata, 26 de noviembre de 1907.
Señor Daniel Ureña Costa Rica.
Estimado compañero: Me favorece su atenta tarjeta y un paquete de periódicos, algunos números de Páginas Ilustradas, que he leído con verdadero entusiasmo.
Veo con amor que por allá se trabaja, se piensa, se lucha. Es preciso que en tal sentido luchen, piensen y trabajen los pueblos todos de América. Sólo por ese camino podremos llegar a ser personas cultas y estimables ante el concepto todavía desastroso que de nuestras nacionalidades tiene formado Europa.
Sus versos han hecho en mi espíritu amable impresión. Usted escribe cosas útiles, fuertes y bellas. De otra manera no me explico la literatura. Pena me dá ver tanto joven desorientado, escribiendo necedades, pedanterías y hojarascas que no dan celebridad nadie.
La época de los trovadores pasó ya. La poesía lo mismo que la prosa tienen una misión más noble que llenar hoy día. Cómo que se ha hermanado la ciencia para contribuir bella mente la completa redención de las sociedades!
Esa poesía hueca, esa prosa fofa y rimbombante que sigue las huellas de los locos de Vargas Vila y comparsa, es inútil, no reporta ningún beneficio los pueblos. Está atacada de neurosis aguda, y ya es un caso digno de la psicología y de la patología. usted es de los bien orientados. Pisa terreno sano. Hace obra saludable y bienhechora tanto en sus versos como en su prosa natural y sencilla.
He querido acusarle únicamente recibo de su oportuna tarjeta y me he ido de bruces espitándole una carta. Así es el pensamiento, cuando no se le ata por las patitas como a los insectos, se va lejos.
Envíole mis dos libros últimos. Pronto le irá el que tengo en prensa sobre arte y crítica.
Creame su affio.
Nanl. Cestero 2990

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