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El camino se eleva directamente al lado del Copey hasta una altura de 1788 metros, por una cuesta bastante penosa, y desciende luego, suavemente, hasta el vallecito del mismo nombre, donde se halla la finca de ganado del señor Juan Monge Guillén y el aserradero, ahora casi abandonado, que fué de don Pedro Pérez Zeledón. Los alrededores son muy pintorescos, aquí, aunque la tala sistemática de los bosques quitará de día en dia al paisaje las mejores galas con que lo dotó la Naturaleza. Hay un bosque entero de janles corpulentos (1778 metros) bastante cerca de la orilla del Parrita que corre por el fondo del valle.
Desde la sabana del Copey, cubierta en su mayor parte de pastos, se destacan los picos cercanos de la sierra, cubiertos trechos con los maizales y los bosques, que indican que el terreno es de bastante fertilidad. En los puntos de mayor declive se encuentran dispersas las manchas rojizas de la tierra arcillosa, que deben atribuirse los grandes árboles que se desarraigan y las aguas lluvias que arrastran las tierras desmenuzadas por la gran pendiente.
El desprendimiento de las tierras es todavía favorecido por las quemas, que retardando la formación del mantillo en los lugares en que es delgada la capa del suelo, descubren por todas partes un subsuelo lleno de guijarros. Estos lugares serán dentro de pocos años cerros sin vegetación de grandes árboles, como los de Candelaria y Corralillo, cerros llenos de piedras y cubiertos de gramineas y helechos, que son las únicas plantas que pueden prosperar bien en tales condiciones. El valle del Copey, en cuanto altitud, tiene con Santa María una diferencia de 250 metros, lo que hace que este lugar posea un clima más fresco, que puede muy bien adaptarse los cultivos de las zonas templadas. Ya se han hecho ensayos con el trigo y la patata con muy felices resultados.
La población dei vallecito aumentará con el trascurso del tiempo; hace algunos años sólo existia la casa lechería del señor Monge, hoy se encuentran alli cinco casas y se construye una para la enseñanza.
Dos horas de marcha hablamos tenido desde Santa María, luego un buen almuerzo, que nos permite apreciar la buena calidad de la leche y la del queso que allí se fabrica en casa deltseñor Monge, y otra vez la marcha hacia el cerro de las Vueltas quede antemano habíamos designado para pernoctar.
Sálese del valle con rumbo tomando un pequeño trillo que sube por una pendiente cada vez más penosa. Entramos por terrenos de cultivo dedicados al maíz. Todo el terreno está cubierto de troncos ennegrecidos por el fuego, que acusan la barbarie de sus cultivadores, troncos muy grandes gruesos, que son el recuerdo de una antigua vegetación hermosísima. Entramos de lleno en un bosque bastante espeso, un bosque nuevo, compuesto de robles en su casi totalidad. El camino, propiamente hablando, ha terminado en el Copey y el trillo que ahora se sigue ha sido reformado por completo, desde que lo descubrió el señor Pittier, en el libro que sobre estas mismas regiones publicó en 1891. En lugar de salir del valle por el O, sale, como ya se ha dicho, por el subiendo por una loma que evita el dar una gran vuelta. Sin embargo, la cuesta, durante una hora y media, es sumamente inclinada; en un espacio de kilómetros se sube desde 1800 metros hasta 2500, 10 que da una pendiente media de 20. siendo aún mayor en muchos lugares.
Es allí dond principian dificultades marcha: la humedad aumenta con la espesura de los bosques; veces se avanza mirando uno y otro lado cómo se repiten las mismas especies vegetales, veces la senda, que se estrecha y ondula por la falta de la montaña, hace nuestra ascensión sumamente difícil y agota nuestras fuerzas. Por desgracia no se encuentran aguas corrientes en los alrededores con que apagar la sed, y hay que recurrir a las bromeliáceas, que en este lugar se encuentran en grandes extensiones. Las bromeliáceas terrestres constituyen, después de caminar durante dos horas y media, los únicos depósitos de agua disponible, y, aunque sabemos que son al mismo tiempo los depósitos para las larvas de los zancudos, no tenemos más remedio que recurrir ellas para refrescar nuestras gargantas.
Desde el término superior de esta fuerte pendiente, que está 2490 metros, sigue luego el camino por una región más plana, con pequeñas bajadas, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica 3000

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