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tiente opuesta y poco antes de nuestra llegada a la cumbre. La vegetación se conoce que es, sin embargo, más abundante que la de aquella parte del cerro. una altura de 2960 metros encontramos una musaraña que iba haciendo ruido por debajo de las hojas secas. El cuadrúpedo, único que logramos ver en aquellas soledades, fué capturado y enviado más tarde Washington para su clasificación por no corresponder su morfología con las descripciones de los colectados hasta hoy en Costa Rica.
se (al En Dos Amigos, donde llegamos más tarde, hay un pequeño desmonte muerzo ligero seguimos adelante con el propósito de pernoctar en Jaboncillo y pasar el temido cerro de la Muerte en las primeras horas de la mañana. El camino es al principio plano, pero luego comenzamos a subir una serie de picachos cuyas alturas van en aumento cada vez. Como las tres y media de la tarde de aquel dia llegamos al límite superior del bosque y una altura de 2976 metros. Es de notarse que la parte superior del bosque, lo mismo que en el Irazú y en otras montañas elevadas del país, está enteramente muerta: los troncos y las ramas de los árboles se encuentran en perfecto estado de desarrollo, pero completamente secos. Hay aquí un fenómeno que merece el más digno estudio. Cómo es que esos árboles han podido desarrollarse y por qué han muerto después? Tenemos aquí un hecho que tal vez sirva para comprobar la creencia de algunos geólogos de que nos encontramos en uno de los periodos de calor del periodo glacial y de que ya la temperatura empieza a bajar otra vez. Según eso los tales árboles se habrían desarrollado durante la época del calor, y la vuelta del frío no han podido resistirla y han perecido.
Por fin llegamos Jaboncillo, donde nos preparamos para pasar la poche, Jaboncillo El Jaboncillal, como le dicen algunos, ocupa el fondo de una hondonada al pie del cerro de la Muerte. El terreno, aunque en pendiente muy pronunciada, es un verdadero fangal, de tal suerte que para colocar la tienda en punto seco, hubo necesidad de cortar grandes cantidades de cañuela, bastante abundante en el lugar, y extenderla en el suelo cenagoso. Durante la noche, sea por causa de falta de viento, o por haber estado nada menos que quince personas dentro del reducido espacio de la tienda, no sentimos absolutamente el frío intenso de que tanto nos habian hablado: grande fué, pues, nuestra sorfos presa cuando la mañana siguiente, al levantarnos, nos encontramos con que numerosos charcos que nos circundaban estaban cubiertos de una capa de hielo de á milímetros de espesor. Creemos que es la primera vez que se hace notar en Costa Rica la presencia de hielo verdadero: la escarcha es bastante común aun en terrenos más bajos. La temperatura media había estado, pues, esa noche muy cerca de o!
Al salir aquella mañana echamos una rápida ojeada por los alrededores.
El punto es dominante, divisándose desde alli la mayor parte de los valles de la Meseta Central; hacia abajo se ven los bosques de la vispera, y hacia las laderas, vecinas que muy pronto hemos de escalar, gran cantidad de cañuelas y de una especie de Zamia, cycas que lucirían con orgullo en nuestros jardines de la capital Emprendemos la ascensión del cerro como las ocho de la mañana. Era el día 25 de enero. La mañana estaba muy fría y a medida que subíamos íbamos notando por todas partes las señales de la helada: los pequenos láminas de hielo que cedían nuestras pisadas produciendo el sonido de vidrios que se rompen. En algunas partes el camino es el lecho de una quebrada que debe ser regular en el invierno, juzgar por el trabajo de erosión que se nota. No puede uno menos que admirarse al ver cómo suben por alli las bestias de carga cuando para uno mismo es ello empresa más que dificil. Después de aquel cerro sigue otro y otro, siendo el que se sube más alto que el que le precedía: así tenemos 3, 100, 150 y 200 metros sucesivamente, y eso sin subir a las partes más eminentes, pues el camino sigue en zig zag por las laderas para evitar las pendientes inútiles. Después de una hora y media de marcha de ese modo, llegamos frente a un cerro que nos parecía ser el más alto y nos decidimos escalar la cumbre para verificar la altura. Como recuerdo a nuestra ascensión, pusimos alli una placa de aluminium con el nombre Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica 3002

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