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e S arrancó la visita de las nicoyanas en 1529 Estas mujeres son las más hermosas que yo he visto en aquellas partes.
Menos conservadores de su tradición, los hombres se han libertado de las preocupaciones de su raza y van vestidos de camisa y pantalones.
Los borucas han llegado a un estado intermedio entre el del matrimonio y el del amor libre. Practican generalmente este último por no pagar los cinco colones que percibe el cura por derechos eclesiásticos y viven en amancebamiento hasta el día en que cediendo sus repetidas instancias, dejan que el cura santifique aquella unión que ya estaba consagrada por el afecto. Es admirable el espíritu de sumisión y la fidelidad de la mujer aun en el estado de amancebamiento, Hemos sido testigos presenciales de una escena doméstica, en que un hombre castigaba bárbaramente a su mujer sin que ésta exhalara una queja ni mucho menos protestara del castigo.
Costumbres de Boruca Hemos asistido también una boda en el mismo pueblo de Boruca. Siguiendo la costumbre corriente en el lugar, la fiesta principio desde el dia anterior y duro toda la noche para continuarse en el propio dia del matrimonio. Después de la ceremonia religiosa siguió el baile al compás de una orquesta que se componía de una especie de violín de procedencia chiricana, una guitarrita pequeña y un tamboril. Bailaban unos hombres con otros y muy rara vez con las mujeres. Entre éstas se distinguían las más viejas, que bailaban la interminable danza indígena. mientras las más jóvenes formaban corrillos en los patios o atendian al cocido de la merienda, pues seria mirada como cosa inconveniente que una joven estuviera bailando en la misma sala en donde lo está haciendo su madre. Aquí un detalle curioso: uno de los compañeros se le ocurrió aprovechar el momento de mayor entusiasmo para sacar una instantánea. Disponer la cámara para el caso y suspenderse el baile todo fué uno. La música dejó su sonsonete, los hombres se retiraron murmurando en su propia lengua, mostrando gran descontento. Al inquirir nosotros la causa de tan extraña actitud, se nos dijo que don Enrique (asi llaman al señor Pittier) los habia retratado muchas veces con la promesa de enviarles el retrato, y que no obstante eso, jamás habían recibido nada. La fiesta continuó en la tarde en la casa del novio, y no habiéndose agotado la provisión de chicha, siguió por dos días más en casa de los padrinos.
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