Guardar

Solamente con esta selección voluntaria, con este sacrificio voluntario de uno mismo, lograrían las sociedades alcanzar rápidamente un alio grado de perfeccionamiento. Ya lo dijo uno de los grandes Maestros de Sabiduría con estas palabras: Si la ley de la supervivencia del mejor dotado es la ley de la evolución del bruto, la ley del sacrificio voluntario de uno mismo es la ley de la evolución del hombre.
El segundo de los principios de Antropotecnia sobre el que quiero llamar vuestra atención se refiere al estado actual de los progenitores en el acto de la procreación de los hijos. Espero de vuestra elevada cultura que me escucharéis con benevolencia.
Así como la fotografía puede decirse que inmoviliza el tiempo, fijando en la placa sensible las particularidades que poseemos en un momento dado de nuestra existencia, así también los hijos inmovilizan un instante preciso de la existencia de sus padres; son la fotografía más o menos perfecta de todas las particularidades físicas, mentales y morales de sus padres cuando éstos los llaman la existencia. Este hecho está comprobado, fuera de toda duda, por una observación secular. Los seres traídos la existencia por progenitores en estado de enfermedad, de embriaguez, con preocupaciones, tristezas, etc. presentan siempre marcas indelebles, visibles muchas veces, que representan aquellos estados. Gran número de idiotas, epilépticos, neuróticos, histéricos, deben su triste condición la ignorancia de sus padres de la trascendencia tremenda de este principio de Antropotecnia. No quiero citar hechos concretos. De ellos están llenos todos los libros que se ocupan de la higiene del matrimonio. El estado de embriaguez es, entre todos, el de más funestas consecuencias para el porvenir de los hijos, para el de las familias y para el de las sociedades. Engendrar hijos en estado de ebriedad es el más inicuo de todos los crímenes, puesto que va dirigido contra lo que más debiéramos amar, contra lo que más debiéramos respetar, contra nuestros inocentes hijos, ser de nuestro ser, vida de nuestra vida; es quebrantar desde el primer instante voluntad divina, que al darnos los hijos nos da la sagrada misión de conducirles y ayudarles en la obra de su perfeccionamiento; es manchar alevosamente una existencia tal vez destinada alumbrar con los más brillantes resplandores del espíritu. El alcoholismo en los padres produce en los hijos, además de máculas estigmas infa mantes, la insensibilidad moral, y por esto debe ser considerado como el más tremendo, como el más infame de los crímenes contra la Naturaleza.
Señores, desgraciadamente para nuestro país, la generación de hijos en estado de ebriedad es un hecho frecuente, mucho más frecuente de lo que primera vista parece. En los pueblos todas las bodas se celebran con alcohol y es frecuente que los esposos se alcoholicen en ese día. Cuántos hijos no son llamados la existencia después de un baile de un espectáculo en el que la excitación allí recibida se añade la del alcohol Este es, mi juicio, uno de los más graves males que pueden sobrevenir las familias, una de las principales causas de la degeneración que minan por su propia base nuestra sociedad. Pero no basta, para procrear hijos vigorosos y sanos de espíritu y de cuerpº, que los progenitores se encuentren gozando de la plenitud de sus facultades físicas, mentales y morales. Debemos tener en cuenta que los padres que dan vida un hijo son colaboradores de las fuerzas 3028 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

    Notas

    Este documento no posee notas.