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Licenciado don Manuel Vicente Jiménez Mal ha comenzado el año bisiesto. Uno de los hombres más importantes del país ha muerto; sus funerales, hechos con toda pompa por el Gobierno de la República, en medio de la consternación general, son una prueba de los méritos relevantes que adornaron al Licenciado don Manuel Vicente Jiménez.
Perteneciente el Licenciado Jimé.
nez una de las mejores familias de Cartago, educado en un ambiente religioso de la más pura moral, todos los actos de su vida llevan el sello de una bondad encantadora. Como hijo fué un tesoro de cariño, como padre una fuente inagotable de dulzura, y como hombre público un modelo de honradez, de rectitud y mansedumbre. Humilde y afectuoso cuando la dicha acaric su vida; sereno y fuerte en los reveses de fortuna sin una manifestación de orgullo en la opulencia, sin reproches en la adversidad, el Licenciado Jiménez pudo despedirse del escenario terrenal, con la conciencia tranquila, con la convicción intima de no haber cometido jamás una mala acción. Los sesenta y cuatro años de su vida son un ejemplo digno de imitarse; deja una familia rodeada de las mayores consideraciones sociales, y la patria le lega un nombre de Magistrado puro, que supo imprimir a la justicia nacional el sello de pureza y rectitud que la caracteriza.
Como Juez, como Magistrado, como Ministro de Estado, y como Presidente del Colegio de Abogados, tuvo siempre oportunidad de revelar su temperamento estudioso, recto y humanitario. Dichosos los que pueden al morir, estrechar el Cristo entre sus brazos, sin buscar en él amparo de pecador arrepentido sino al maestro cuya doctrina se procuró seguir en todo el curso de la vida!
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