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nas. Señores hubiera dicho. entierren ustedes en paz al muerto y déjense de can tar alabanzas que no merecía. Vamos, Ezequielillo; se conoce que te hizo alguna jugada y no se la perdo. mi? Estás en un error. Ni directa, ni indirectamente me hizo perjuicio; pero una sola acción suya. con otra persona, le puso, mi juicio, muy por debajo de fodo lo que llamamos miserable y repugnante. vaya: sean ustedes jueces, si quieren, y les referiré el caso.
Si no es cosa espeluznante. dijo Juanito. Es, por el contrario, muy corriente entre. los que no tienen vergüenza.
Guillermo se tendió todo lo largo que pudo en el asiento y con enfática entonain dijo: Tiene la palabra su señoria.
Pues ya que están en vena de oirme, voy a echarmelas de novelista, procurando dar mi narración todo el incentivo necesario para que no resulte pesada.
CAPÍTULO En que se presentan los primeros personajes En un piso cuarto, con todos los honores de quinto, de la calle de la Flor, vivían doña Clara, viuda de Almendares y su hija Consuelo. Don Vicente Almendares, difunto esposo y padre, había pertenecido al Ejército llegando al de comandante, que ganó costa de algunas heridas, y poseyendo una hoja de servicios limpia de toda inácula. Esta y los galones que lucía en la bocamanga, amén de media docena de condecoraciones que honraban su pecho, eran todos los bienes que constituían el patrimonio de don Vicente, sin que en su vida hubiese alimentado más ambiciones que las legítimas de adelantar en su carrera cumpliendo su deber, única norma de conducta adoptada desde que vistió el uniforme, Un día, para el desgraciado por las consecuencias que produjo, fué llamado por el coronel de su regimiento, el que le habló así, poco más o menos. Don Vicente: tengo que saber, por su propia boc, si se halla usted dispuesto a obedecer una orden que pienso darle. Mi coronel. contestó Almendares con su permiso le diré que me parece ociosa la pregunta. Mi cualidad de inferior y mi deber militar me obligan obedecer sin discutir y sin observar las órdenes de mis jefes. so ya lo sé: pero la orden de que se trata podrá ser que le sorprenda porque no deja de ser extrana, y pudiera creer usted oportuno consultarla con alguien superior mí, antes de obedecerla. Mi coronel, si por acaso me ocurriera, su advertencia es bastante para que obedezca sin consultar. Sea lo que fuere lo que me ordene, he de suponer que a su vez cumple órdenes superiores y por lo tanto obedezca sin vacilar.
És que insistió el coronel marcando las palabras precisamente puede ocurrir que yo no tenga esas órdenes superiores y obre por mi cuenta y riesgo.
Por eso he dicho contestó Almendares que lle de suponer que las tiene, y esa suposición, cierta o incierta, me atengo para obedecer. Pues bien. dijo ya resueltamente el coronel mañana a las ocho de la noche y aprovechando la circunstancia de que está mandando accidentalmente el primer batallón, lo saca del cuartel, armado y equipado, y lo lleva al de artillería de montafla en el cual y de un jefe superior, recibirá instrucciones más concretas. la oficialidad. objeto Almendares, comprendiendo ya de lo que se trataba. Los capitanes están, casi todos, conformes así como los subalternos; y éstos puede usted añadir los sargentos de todo el batallón. Comprendo, mi coronel, y sólo me permito preguntar. con qué bandera?
Con la andera republicana; y puede contar cunque si, cono espero, se triunfa, no quedará sin recompensa su cooperación patriótica. Por la simpatia que me inspira la idea, y no por otra razón, voy faltar por primera vez mis deberes militares y la bandera que he jurado; por amisEad y por cariño V. mi coronel. le guiré en este movimiento en el que, con franqueza lo diré, no confiu: pero desde ahora le aseguro que aún en caso, muy dudoso, de triunfo, no deseo, ni pretendo, ni aceptaré recompensa alguna. Mi concienci me dice gritos que cometo la más grave falta que un militar puede cometer, Dios quiera que no tenga más adelante que acusarme de las vidas que, tal vez, Seerifique: pero mi palabra está dada y cuente conmigo y con la seguridad de que cumpliré sus órdenes sin vacilar. Para su tranquilidad le diré que, la cabeza del movimiento se pone el briEudier y no debe ignorar con los elementos que cuenta, ni con quien obra 3043
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