Guardar

fué un problema. Tan difícil es y ha sido en todos los tiempos y lugares, matar en los salvajes el sentimiento de su independencia y libertad!
Después de esta última catástrofe, la misión volvió a quedar abandonada. En 742, instancias repetidas del provincial de San Francisco, el rey en diversas cédulas mandó restaurarla, y dedicándole los fondos necesarios, encontró su difícil ejecución a los hijos de ese convento. Esta vez la empresa tomó un aspecto más lisonjero. Los misioneros se dedicaron con tal solicitud y tal fortuna, que después de indecibles padecimientos, consiguieron bautizar como cinco mil indios, y fundar sobre mejores bases, los pueblos de San José de Orosí y San Francisco Térraba.
Hay fundados motivos para creer que al principio estos pueblos marcharon muy lentamente; pero que por fin y remate, acabaron por encariñarse con todas las ventajas que proporcionan la vida social. Según una relación, que tengo a la vista, remitida por los misioneros desde Térra ba al provincial Fr. José Olavarrieta en 1783, este pueblo contaba en aquella fecha ochentaiocho matrimonios, veinticuatro viudos, ciento cinco solteros y ochenticuatro párvulos de ambos sexos: y el de Orosí, ciento noventa matrimonios, treintinueve viudos, ciento cuarentisiete solteros y ciento cinco párbulos.
En estas misiones sólo se reconocía la autoridad sin límites de los catequistas. Ellos solos eran quienes instruían los neófitos; los que fabricaban las casas y velaban por su concervación: los que proporcionaban los vestidos; los que sembraban las milpas: los que visitaban los enfermos y les suministraban alimentos y medicinas. Ellos eran los únicos que hacían justicia, y los que entregaban los pueblos al ordinario cuando los juzgaban aptos para soportar el yugo. De los trescientos ochentinueve individuos de que se compoue este pueblo. Térrraba. dice la relación citada, nueve son infieles que se están catequizando, los demás estáu instruídos en las verdades católicas, con excepción de algunas viejas que por su mucha rudeza y resistencia oír la dotrina cristiana, no la han aprendido, o se les ha olvidado. Cumplen anualmente con los preceptos de nuestra madre la iglesia, y entre año frecuentan mucho los sacramentos en los días más solemnes, y santos de su nombre. la misa y explicación de la dotrina acuden todos con prontitud en los días de precepto, y lo mismo vísperas y rosarios: en los días de trabajo la mayor parte. En sus enfermedades luego piden y reciben con devoción los sacramentos, y el de la penitencia lo repiten algunas veces durante la enfermedad. Son amigos de hacer bien por las almas de sus parientes difuntos: fáciles para volver a la montaña, y muy difícil el sacarlos. En lo civil y político están como los demás indios de este reino. Tienen gobernador, alcalde, dos regidores y alguacil, quienes obedecen. Hablan bien la lengua castellana, aunque las mujeres, por falta de comercio son más torpes. los pasajeros pobres les dan sin interés de comer y de beber. Saben leer muchos, y oficiar la misa y vísperas, y tañen sus instrumentos, como violín, chirimía y guitarra, en estos sagrados oficios, y en los bautismos solemnes de los infieles. Tienen un hato de comunidad con setecientas cabezas de ganado, cincuenta bestias caballares y siete mulares. Además de ésto tienen los particulares como ciento cincuenta reses, muchos caballos y yeguas, y treinticuatro mulas que ellos han comprado. Cogen algún algodón que benefician las indias en mantas y listados muy buenos. Tienen también una fragua con tres herreros 3049

    Notas

    Este documento no posee notas.