Guardar

que trabajan hachas, machetes y anzuelos para su uso. Finalmente, son diestros para todos los oficios mecánicos, y para transitar por estas montañas de uno otro reino con los pasajeros que les pagan bien son sin rival.
En un informe que Fr. José Olavarrieta, de la regular obserbancia de San Francisco, Misionero apostólico y Guardián del colegio de Propaganda Fide de Guatemala, dirigió el 14 de octubre de 1784, al Capitan General del Reino, decía entre otras cosas: La reducción de Talamanca, sita en la provincia de Costa Rica, distante de la ciudad de Cartago más de ochenta leguas, y de ésta de Guatemala de cuatrocientas quinientas. Todas aquellas montañas son unos bosques espesísimos, en terrenos muy fragosos, y se extienden de Oriente a Occidente, como ciento y veinte leguas, y de Norte Sur, como de treinta cuarenta leguas, que es la distancia de los dos mares por elevación: son tierras quebradas, por ser la cordillera muy alta y descender de ella muchos arroyos y ríos, cuyas vertientes corren al Norte. Su temperamento es cálido, aunque en las cumbres hay mucho frío: llueve en lo más del año, y se conserva el suelo siempre húmedo, por la mayor parte, por lo umbroso de los bosques. Tiene su latitud geográfica en diez grados de latitud septentrional, doscientos noventa de longitud, en partes más, y en partes menos, según los rumbos de su extensión. Lo que producen dichas montañas para la vida humana son plátanos con abundancia, pejivalles, yucas, patatas, mucho maíz, por que se puede sembrar en todo el año. De animales cuadrúpedos hay solamente jabalíes, saginos, venados, cabritos: de las aves se crían paujines, pavas, gallinas de monte, águilas, y otras especies de pájaros. Por tradición se sabe que hay minas de oro que antiguamente se beneficiaron.
Talamanca se componía de tribus Cabecaras, Biceitas, Urimanas y Térrebas.
Sus liabitantes formaban una raza bárbara y guerrera, de buena constitución y de gallardas formas. No tenían singún sistema de goy bierno, y sobre este particular los indios convertidos, al ser interrogados por los antiguos misioneros, hablaban con suma variedad; unos aseguraban que se gobernaban por señores cabezas, y otros negaban esto mismo. Creemos que todos decían la verdad, pues consta que aunque regularmente vivían sin más leyes que la de los brutos, algunas veces se sujetaban la obediencia del salvaje más fuerte de la tribu; pero lo hacían con tanta inconsecuencia y versatilidad, que en la primera ocasión que se les presentaba se quitaban de él, regularmente por me dio de la traición.
Hacían una vida nómada vagando en grupos de familia por las montañas. y haciendo rancherías de débil y sencilla contrucción allí donde sembraban sus milpas: dos postes altos y dos bajos, seis tijerales y unas cuantas hojas de bijagni contemplaban sus chozas, que sólo habitaban el tiempo necesario para levantar sus cosechas; en cambio, construían fortalezas inexpugnables en los ásperos picachos, para defenderse en caso de ser agredidos.
Andaban completamente desnudos, reduciéndose todo su vestido en el hombre, un ceñidor, y en la mujer, a una faja de algodón de poco más de dos palmos, que ellas mismas tejían.
Tales eran los rasgos más salientes de los usos y costumbres de los indios de Talamanca.
Alberto Luna

    Notas

    Este documento no posee notas.