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cuando oſ los pitazos comprendi que algo grave iba ocurrir. Efectivamente: el vapor era el Taboga.
Nos embarcamos y notamos que dicho vapor no traía ni agua, ni luces, ni leña suficiente. Salimos del puerfecito la p. calculando llegar a las p. á Puntarenas.
Aguantamos con santa resignación la sed, después de una jornada de horas caballo y pensábamos con delirio en la llegada Puntarenas, cuando a la altura de Chomes el piloto anunció que iba a fondear. El infrascrito iba proa en compañía de Pío Fernández, González y Borges y se opuso tenazmente a los proyectos del piloto.
Rosales ex primer oficial del Turrialba, sugirió la idea de regresar a Manzanillo londe podría e contrarse talez leña, y petición de todos nosotros atracó después de nil dificultades el vaporcito cerca del muelle. Como la marea no permitía desembarar pedimos el bote que deben llevar los vaporeitos y el piloto nos contesto que no lo enían!
Llamamos tierra y después de algunos minutos apareció un individuo que no quiso ni tomarse la molestia de contestarnos y cuando lo hizo fué con la mayor groserfa, hasta que este corresponsal le llamó la atención sobre el hecho de ser parte de la comitiva del Presidente la que iba bordo y así consiguió que aquel bárbaro se suavizara un tanto.
Con mil dificultades desembarcamos haciendo equilibrio sobre el espaldar de una banca qu nos sirvió de pasarela y tras una marcha de un cuarto de hora llegamos al pueblecito de Manzanillo.
Caimos en mitad de uno de esos bailes originales y típicos que ya van desapareciendo de las costumbres de nuestro pueblo costeño.
Al frente de un rancho pajizo, en un patio barrido ad libitum, una docena de parejas bailaban el punto al compás de las melancólicas notas de una marimba reforzadas por la sonora guitarra. pesar de lo atrayente del espectáculo y de las lucientes miradas de aquellas cholitas, seguimos nuestra mareha hasta dar de manos boca con un establecimiento de licores.
Fué un asalto verdadero en el que perecieron docenas de kolas, de cerveza, apollinaris y botellas de cognac. cuando hubimos empapado nuestras secas fauces y refocilado nuestro angustiado estómago, me dirijí la autoridad política del lugar, el amable Apú, hermano de aquel otro quien noches después hirió un policial en Puntarenas, le expusimos nuestra situacion, y con bondad extremada suspendió el baile, y envió los danzadores recoger leña, picarla, enyugar bueyes y aprovisionar el vaMientras tanto y para que el soberano pueblo femenino no renegara denosotros, reemplazamos al elemento masculino y nos dimos cuatro gustos bailando polka, vals, mazurca y hasta suelto!
Era de verse algunos personajes de seriedad imparturbable, de gravedad característica sacando su tarea como cualquier bailarín de aquellas alturas. No doy nombres por que la crónica de ese baile le fué encargada Justo Facio y Brenes Mesén y no he podido dar con ellos después.
Tomamos café muy sabroso y nos embarcamos ya tarde para llegar Puntarenas la una de la mañana. después hablan del buen servicio de los vaporeitos de la Empresa Barahona. se disgustan si nos quejamos!
En Puntarenas lo primero que hicimos fué comer unos sandwichs y beber una copa de champaña para celebrar nuestro milagroso escape.
Después dormir Al siguiente día fuimos a salarnos en los baños Municipales y los encontramos la altura de su renombre. Federico Calvo que de todo sabe nos dio una lección de natación que le agradecemos. Para qué referir lo que vimos durante las fiestas?
No vale la pena.
Lo que sí merece mención especial, es el adelanto de aquella simpática ciudad que lucha como un moribundo contra el temor de desaparecer.
Tiene un alumbrado eléctrico muy superior ai de San José, y unas aceras comodísimas.
Su parquecito es encantador y en él gozamós de muy buenos ratos.
El regreso se hizo vía Tivives.
Santo Dios!
Cuando recuerdo que casi perecemos entre dos enormes olas que levantaron en vilo el vaporcito, juro no visitar jamás Tivives. Continuará)
Cronista por.
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