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La Nena Para Páginas Ilustradas Historia de Navidad (Concluye. La niña. Si. replicó el con delirio. Martirizaba inutilmente la infeliz: ya sus labios no podian articular palabras ni movimientos; y una expresión de dolorosa desesperación se pintaba en sus ojos. Al fin, por suprema tentativa articulo. Es Las venas del cuello se hincharon y la hemorragia corrió en sangre fina y viva, los lados de su boca; sus pupilas se dilataron en un desgarramiento de los párpados, luego se hundieron se hundieron, tijos en el cristal empañado y verto, al fondo del no sér. Estaba muerta!
El, loco de dolor, fuera de sí, gritaba. No te lleves mi último consuelo, habla. y estrujaba aquellos huesos con la rabia de la impotencia. ellos crujian en siniestros sonidos de esqueleto, amenazando un desarme completo.
Por fin se dio cuenta de que ya no vivía: sintiése anonadado. Después, por la reacción de la energia de la voluntad, se sereno. Era preciso ocultar el drama de su deshonra. Recogió la carta y el retrato y lo guard en su pecho.
Maquinalmente miró la muerta con mirada indefinible. María reflejaba en su rostro, el horror de sus últimos momentos.
Pablo miró todo aquello, como quien contempla la magnitud del desastre. El cuadro resultaba sombrio!
Se encaminó la puerta y la abrió: llamó a los amigos. Ha muerto. exclamó sin una lágrima; y como autómata se alejó.
Un año habia pasado, y la Noche Buena le traía todo lo referido en cortejo de recuerdos vividos que lastimaban de nuevo la honda herida de su alma. durante ese tiempo, cuán poco había visto la Nena: no se ocupaba de ella, y si lo hacía era para reprenderla. Su vista le hacía daño: no quería detenerla en sus facciones infantiles, por temor de encontrar la cara del amante. Sentía que la odiaba por el malestar que le producía de dudas y ansiedades que tenían parte de leve remordimiento.
Pero esa noche estaba resuelto a determinar sus vacilaciones.
La examinaría dormida, estudiando los rasgos de su rostro con el empeño del que busca la tranquilidad del esp ritu y la paz de la conciencia!
Dejemos Pablo que medite solas con su dolor. Mientras tanto, veamos qué hacia la Nena en su habitación, Ella, sentada al borde del lecho, con los chiquitines y desnudos piesecitos colgando fuera de la cama, y un dedito puesto sobre los labios parecía escuchar.
Los rubios cabellos. le caían en rizos mal peinados sobre la camisa de dormir que cubria su delicado cuerpecito pálido y flaco; los ojos de extraordinaria dulzura, se abrían como dos luceros solitarios en la demacración de su carita.
La habitación cra lujosa, pero descuidada: y se advertia en los objetos, la falta de una mano cariñosa; y el frio de la soledad y el abandono. primera vista, llamaba la atención un gran cuadro, fuertemente suspendido a la pared: no podía verse el fondo, por estar cubierto con un velo de crespon negro.
La niña quietamente se bajó de la cama y arrastrando su larga camisa, paso, paso, se acercó al botón que sujetaba las cortinas, sus mediecitas pendan de él, puestas alli por ella: sus frágiles deditos temblorosos de impaciencia, buscaron en las medias algo, que solo ella sabía; no debieron encontrar nada.
pues el desencanto entristeci sus facciones. meditabunda se recostó entre los pliegues de la pesada cortina un momento, luego presurosa, con la flotante camisa por el suelo llegó al pie del lecho, se puso en cuclillas y levantó las sábanas, con los ojos ardientes de deseo miró debajo de ellas: primero registró sus zapa3073
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