Guardar

Al otro día, un rico carruaje se paró la puerta del cementerio, cl banquero descendió de él con la Nena en brazos, ella su vez, sostenía una hermosa muñeca y un gran ramo de azucenas, Pablo se detuvo junto un suntuoso sepulcro que ostentaba las huellas del abandono, el moho del olvido empezaba cubrirlo. El se arrodilló ante él, siempre con su hija en brazos. Nena, ate acuerdas del nombre de tu madre. Sí papá, Maria. Ahí está! y duerme bajo esa loza deshoja tus azucenas en la tumba de tu madre. La Nena obedeció. Caían las cándi las azucenas como blancas mariposas de pureza, en la fosa de María, mientras él murmuraba con tono grave y tierno. Perdono a la mujer en la madre de esta niña. Los árboles agitados por el viento, dejaron oír la canción de sus hojas en música de verdes esperanzas! un céfiro más perfumado y sutil levantó los rubios cabellos de la Nena, que cayeron sobre la cabeza de su padre, formándose alrededor de su frente un nimbo dorado con los sedosos rizos de la Nena.
Fulieta de Mc. Grigor Visiones del jardín Daniel Ureña y Lisimaco Chavarría II En la occidua penumbra del parque, a la hora de las rosas exangues, cuando suena más leve el murmullo en el cuello del cisne de mármol de la fuente que oriza el Crepúsculo: en las alas sutiles del sueño vaporizo mi espíritu huraño.
Zaratrusta abandona mi mano, y al crugir de sus leves sandalias la Princesa Maleina se acerca.
Hay simbólicos vagos perfumes, diciendo su oscura leyenda, Melizandra camina la muerte con un gesto de grave Silencio, en la paz autumnal del jardín Se extremnecen las rosas nerviosas.
Nievan pétalos blancos, copos de sangre, cálices rojos.
Cada flor es un labio que excita, y un verso de las flores del mal.
Capripede, surgiendo de un soto con su risa faunesca y perversa sopla su flauta el viejo Verlain. al sonar de sus cañas agrestes.
coronados de pámpanos frescos viejos sátiros surgen danzando y en sus piernas torcidas, lascivas se extremece la anemia senil.
Pasan luego zagalas saltando 2011 sus cestos colmados de flores desgranando sus risas ingenuas; sobre el viejo Verlain capripede cae entonces una lluvia floral Saniiago Miral 3076

    Notas

    Este documento no posee notas.