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Impresiones de mis giras Lisimaco Chavarria No es un poeta que se inicia, es ya un poeta conocido. El nombre de Chavarria ha logrado pasar las fronteras de la patria y llegar lejos, muy lejos, y en tierras donde cantan los Lugones y los Ugartes se le ha leído y se le quiere. fué en una de esas repúblicas del sur donde conocí de su obra y desde entonces comprendi en él un espíritu sutil y delicado.
Chavarria es un poeta sin escuela, en sus versos se encuentran rasgos de clasicismo arcaico; pero también símiles preciosos y pinceladas de artista nue.
yo. Diríase que en el existen dos poetas: el cantor antiguo con sus estrofas de molde viejo y poco artísticas y el bario moderno de plectro de oro que burila con elegancia y exquitez.
En Desde los Andes, libro recientemente publicado, este poeta aparece altamente inspirado y de estro viril. En estos cantos la estrofa brota espontanea, impulsada sólo por la inspiración; el poeta canta porque siente y guiado por este sentimiento se remonta idealizado por florestas milagrosas como en busca de raras orquestaciones. En este libro el sentimentalismo vence en el alma del poeta y Chavarría olvida el arte y se entrega en brazos de su inspiración robusHe aquí porque Desde los Andes es poco artístico.
ta.
En Ritmos de mi flauta nueva obra que en su taller de artista cincela este cantor del trópico como dijo el raro y solitario Manuel Cervera Chavarría aparecerá como orfebre esmerado y pulcro. Los cantos son escogidos. la estrofa es vibradora, la forma nueva, la orientación puramente americana; tal parece que el poeta en este libro hubiera reunido lo más selecto de su obra literaria.
Lioranzas liricas, uno de los cantos de Ritmos de mi flanta, es un poema tristemente sentido y artísticamente escrito. La gran tristeza de los elegidos, la tristeza que reina en las almas de las cosas, vaga melancólicamente en estos versos. El poeta viaja hacia al País del Dolor en un Pegaso maravilloso y allí su lira arranca acentos doloridos: llora, y en el crepúsculo de una tarde can.
ta en versos silenciosos la alegría del Sol, del Padre Sol.
Loor al Sol que brinda tibieza a nuestros músculos de bronce y colora la faz de nuestras novias. Loor al Sol que, al florecer el alba, aparece con túnica de múrice y viene nuestro encuentro reinando sus estrofas de matices. Loor al Sol! El pone collares de topacios en la piña.
esponja las granadas y rie en los sedosos azahares y sobre el cáliz de la orquídea virgen. Loor al Sol! El cuaja.
en la tiniebla sólida del risco el oro, la esmeralda y los rubíes, El Sol es vida, es luz, es regocijo; es oda de carmín sobre las Pampas, y rizo en el capullo de los nardus: és grandeza, es bondad, es mansedumbre; ofrece alientos los bueyes tardos y brilla en el silencio de la cumbre! el poeta sigue cantando la grandeza dei Astro Rey, desbordando imágenes y símiles llenos de fuerza y robustez y se siente en todo el poema olor de caña y de selva americana, Costa Rica 1908.
Luis GALOFRE
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