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Revista semanal de Páginas Ilustradas quiere mi buen amigo don Próspero que inicie en Páginas Ilustradas una sección de crónica en la cual informe lus lectores de esta revista de lo que suseda en la semana y, como buen cristiano agradecido, no puedo excusarme ello con ha es que cronista derna, se necesita una pluma sutil la manera de la Gómez Carrillo y así poder pintar con donaire artistico el traje color de săndalo de Margarita y las zapatillas empinadas de Eloisa, pero valor y fe en Dios y manos a la obra.
Geranios rojos De critico no tengo ni pizca y repitiendo lo que dijo José María de Heredia cuando lray Candil le dió su libro Vórtice para que se lo prologara: No gusto revolver la miel con el vinagre. me permito sólo felicitar Gonzalo Sánchez Bonilla, autor de Geranios Rojos, por la publicación de su primer libro literario.
Debo confesar con toda la sinceridad de un ingenuo que en Geranios Rojos despunta una nota hermosísima, un color digno de ser tomado en cuenta: el sentimiento de piedad para con los animales, sobre todo para aquellos que no pudieron escapar de la tiranía de los hombres. El yigüirro triste es una de las piezas que más me agradan por la delicadeza del asunto, es una nota dolorosa y muy regional.
Nuestro vigüirro es el zorzal que en las frescas mañanas de mayo y abril canta en el naranjo en flor y rima notas admirables junto al alero de nuestros hogares. La dulzura de sus trinos lo hace valioso cuando se llega habituar la jaula, por ello tan perseguido de los aficionados los pájaros canoros. El joven Bonilla ha sabido explotar el tema y para probarlo trascribo la siguiente estrofa que él monta, modo de peria, en la prosa de que tratamos: Por eso yo sufro, cuando está en la jaula, un yigüirro triste solo y pensativo!
Geranios Rojos habrá de cuadrar poco con el gusto de los amigos del clasicismo, porque la verdad es que Sánchez Bonilla se abre paso por otros campos y espiga sus flores de arte en la vera de caminos nuevos.
No se tomen los anteriores conceptos como crítica, aplaudo al autor de que trato y le envío mi voz de aliento para que prosiga cultivando el arte literario y ojalá poniéndolo al servicio de los seres inferiores. ahora cabe repetir con Montaigne. Aquí están mi temperamento y mis opiniones; son mis creencias: yo las doy como tales, no como cosa que deba creerse. No tengo autoridad para que se me crea; es más, no la deseo: estoy muy poco instruído para ilustrar nadie.
Cátedra de Castellano. Como todos ya lo sabemos, el ilustre pedagogo, don Carlos Gagini, ha tornado al país, después de un largo lapso de residir en El Salvador en donde regentó un colegio de segunda enseñanza satisfacción de toda aquella república. Ahora en el nuestro, que es el suyo también, se trata de que ocupe la cátedra de castellano del Liceo de Costa Rica.
Yo aplaudo de todo corazón esa idea, pues tan ilustre filólogo es el llamado ins truir a los estudiantes liceístas en materia tan difícil como delicada. El señor Gagini es autor de varias obras de castellano que lo acreditan bien en cualesquiera países de habla cervantina: sabe el español conciencia y además de esto, es un buen pedagogo: sabe enseñar. El actual director del Liceo, el Dr. Pérez Martín, ha sabido elegir con muy sano criterio un colaborador de labores que de buen seguro le habrá de satisfacer.
Todos los estudiantes del Liceo de Costa Rica deben estar de placemes.
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