Guardar

que Una de las grandes proezas que hemos de llevar a cabo, es lograr el espíritu analítico reemplace al sopor moral que hoy existe; que en vez de ese temor los castigos de ultratumba y de ese miedo lo fantástico incognocible poseamos un valor agresivo y nos dispongamos buscar, en el laberinto de nuestra naturaleza, las ideas que nos rediman, y los principios que nos han de sacar de nuestra situación embrionaria.
Hay que escribir un nuevo decálogo. La religión que se va infiltrando en todos los pueblos fuertes es la religión del buen vivir y del buen pensar. Responsabilibad pública; buena ciudadanía; progreso colectivo; la caridad, no como limosna sino como incentivo al luchador; la hermandad social; respeto a la propiedad ajena y amor la posesión de riquezas morales y físicas, la mente dominando al organismo y el organismo sano, para que las emociones y las ideas tengan una estructura recia en que obrar, en vez de un manojo de nervios desatados.
El Código de nuestros antepasados no debe regir en nuestros días.
Antes era el trabajo castigo del cielo y hoy es práctica educativa, fuente de y sosiego y genesis de vida. Ya no queremos las sazonadas frutas al alcance de la mano, porque más noble es ansiar la dura tierra, para roturarla luego y hacerla germinar.
Otra de las ideas que debe generalizarse es la de la evolución. Educados los ánimos en la escuela del sufrimiento y del temor, sólo hay una ansiedad grandiosa: la libertad por medio del suicidio. Nos asusta la idea de ese proceso lento y metódico de la naturaleza cambiando y mejorando, pero nos deslumbran las claridades del génesis y los rayos del apocalipsis. Así es que nuestros actos llevan el sello de esa creencia y en nuestras actividades ordinarias se ve que queremos hacer mundos en el espacio de una semana y destruirlos en la lobreguez de una hora. Quien estudie y observe como se forman las rocas mediante el proceso de los siglos, tendrá que reconocer el trabajo lento, la acción perseverante, como predecesores de las grandes y pequeñas obras.
Es actualmente objeto de azaroso estudio la relación que existe entre las fuezas físicas y las fuerzas del espíritu. Mrs. Mary Eddy Baker funda la religión de la Ciencia Cristiana y llega al extremo de creer y predicar que con el pensamiento se destruyen las enfermedades orgánicas; que una volun.
tad mental enérgica puede cauterizar una herida y matar el microbio de la tuberculosis. La enfermedad es un mal; no existe. No penseis en ella; fijad vuestros pensamientos en la salud. tan radical creencia se opone el sentido práctico y científico. Pero he aquí que se levanta otro rugido y el obispo Fallows de Boston, protestante, anuncia el advenimiento de una idea salvadora, la psicologia cristiana. Nuestro fin dice es hacer que la humanidad lleve una vida útil y eficaz aumentando sus energías morales y nerviosas. en la iglesia de Emmanuel tenemos un grupo de facultativos junto un grupo de Doctores de Divini.
dad, curando enfermos y salvando vidas. La hipocondría, el imsomnio, la dispepsia nerviosa, la neurastenia, la afición drogas, falta de confianza, irritabilidad. preocupaciones, furia, temor voluntad flexible, todas estas series de males se disipan como el humo, según la nueva creencia, con un tratamiento mental. Teólogos y científicos unidos bajo el mismo techo, luchando por el mismo triunfo.
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