Y entre tanto introdúcese en los colegios el estudio de la psicología para sacar buenos agentes viajeros y vendedores hábiles. Todo lo que de.
muestra que un espíritu fuerte, bien desarrollado, influye soberanamente en las actividades más comunes y que, utilizando las fuerzas de la mente, se producen las más asombrosas obras materiales. Por qué no celebrar un Congreso en cualquier capital latinoamericana y discutir esta cuestión de tanta trascendencia para el porvenir de la raza? Los ateneos y las sociedades científicas pueden plantear el problema. Investigadores expertos como científicos perseverantes como el Dr.
Razetti de Caracas, hacen, señor Calvo, una labor meritoria, de importancia suprema. Precisan Vds. la potencialidad interna de nuestros hombres y así habremos de saber qué capacidad de labor tangible podemos esperar de ellos.
Porque la cuestión es grave. Se trata de convertir la raza afro indo ibera, entumecida, adicta sueños, dudosa de su curso, en una falanje de hombres hábiles, razonadores, firmes y agresivos. Pero no es posible hacer surgir esos bríos sin la faena progresiva y constante de la evolución, ley que es tan cierta inevitable en este caso como en cualquier otro fenómeno. Del mismo modo dice Herbert Spencer que no se puede abreviar el espacio que existe entre la infancia y la madurez, evitando así el proceso del crecimiento y del desarrollo por medio de un incremento insensi.
ble, tampoco es posible pasar de una forma inferior en la vida social una forma superior, sin someterse pequeñas modificaciones sucesivas. Al fijarnos en el orden de la naturaleza, vemos que en todas partes los vastos resultados son indefectiblemente la acumulación de acciones diminutas.
Precisa, pues, que pasemos por todas las etapas de la vida social, hasta que el organismo adquiera un desarrollo perfecto. Primero la negra idolatría de las primitivas razas que poblaron el continente; luego la semiobscuridad de la religión, instrumento poderoso de los pueblos civilizadores y, una vez preparados física intelectualmente para resistir los rayos de la investigación científica, llegar a la pura filosofía, la posesión de hechos reales sacados de la naturaleza y su estudio, al goce, en fin, de una vida superior en la escala evolutiva Las creencias religiosas, por inaceptables que parezcan a los entendimientos elevados, constituyen una necesidad imperiosa en las capas pro fundas de la formación cial. La ciencia es la torre pero la religión es el cimiento. La religión socava la piedra; la ciencia pule el diamante. Bakou nine, pensador ruso, escribe: Él hombre no llega la concepción de la verdad simple sino después de haber imaginado y agotadotodas las ilusiones posibles.
Tampoco es cuerdo dar por sentado prematuramente que tal cual sistema educativo ha de traer el desarrollo pleno de las facultades mentales en los hombres de nuestra raza. Ni justo anatematizar la religión que, derrumbándose hoy bajo el peso de las verdades científicas, fué ayer la única linterna que penetró en los salvajes albergues de hombres inferiores.
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