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Sin embargo, tan prodigiosa es la diferencia de grado en este caso, que son necesarios algunos conocimientos en fisio psicología, para apreciar la veracidad de este concepto; de lo contrario, la afirmación tiene que parecer de todo punto inaceptable, y aun temeraria.
El mismo Ferri en su brillante monografía sobre el libre arbitrio, explica con gran claridad el proceso de las sensaciones en el organismo humano, en sus dos modalidades. Cuando el acto es subconsciente mecánico, las transformaciones son estas: I? Una fase física, fuera del centro nervioso y que puede tener su punto de partida en el mundo exterior en el mismo cuerpo del individuo, por ejemplo, una vibración del aire del éter, que hiera la periferia del cuerpu, bien un movimiento en un órgano, como el estómago, el hígado, etc. Una fase fisiológica doble; esto es, primero una vibración centrípeda lo largo del nervio, cuya extremidad periférica es herida por el movimiento físico, y que propaga este movimiento y aqueIla vibración; después un movimiento centrífugo lo largo del nervio que propaga aquella misma vibración del centro a la periferia. Aun otra fase física, que es el movimiento muscular mecánico, la acción externa efecto de aquella corriente nerviosa centrífuga. Un hombre me dirige la palabra; movimiento físico del aire; corriente nerviosa centrípeda de la oreja al cerebru; corriente nerviosa centrífuga del cerebro al brazo; movimiento de este mismo brazo.
Cuando los actos son conscientes, adquieren la manifestación psíquica, que dice Sergi, y entonces el proceso evolutivo se complica y presenta estas fases: movimiento físico inicial; corriente fisiológica centrípeta; manifestación psíquica; corriente fisiológica centrífuga; movimiento físico externo, o sea el acto consciente que se ejecuta.
Estas modalidades son más o menos inmediatas, más o menos tardías Muchísimas veces una sensación de carácter subconsciente, al cabo de algún tiempo adquiere la manifestación psíquica. este propósito tenemos registrados algunos casos de interés.
Allá en las enmarañadas selvas de la hoya amasónica, hasta dondo fui.
mos conducidos en busca de la fortuna, tuvimos la oportanidad de contraer na amistad sincera con un joven de bello carácter y de exquisitas prendas personales. Ambos éramos empleados de la contabilidad de una empresa fuerte, que tenía inverti lo un cuantioso capital en industrias extractivas.
Nuestro amigo manejaba la caja.
De repente principiamos notar un cambio desfavorable en su carácter jovial. Ya no era el causser ameno y chispeante, que con sus historietas y chascarrillos oportunos, nos hacía olvidar a la hora de las comidas y por las noches, las nostalgias de esas soledades imponentes y nemerosas.
Una tarde le pedimos una explicación de ese cambio senestésico, y supimos, con muchísima contrariedad, que en su caja faltaba una suma considerable, y él, que era la honradez misma, estaba muriéndose de abatimienу to y de insomnios.
Desde el momento en que nos hizo partícipes de su desgracia, no pensamos sino en calmarle y ayudarle en un laborioso trabajo de revisión. Varias noches recorrimos con grande atención las páginas colmadas y mudas del libro de Caja, sin que encontrásemos un indicio salvador.
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