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No es por virtud de una gracia misericordiosa ni al favor de una merced exclusivista como el hombre ha podido ampliar considerablemente la esfera de sus capacidades. Un conjunto de circunstancias perfectamente explicables y dentro del orden natural, son las que actúan en este caso y las que impulsan y vivifican todas las energías de la reacción activa. tan evidente es esta afirmación, que la facultad télica tampoco puede echarse por los atajos de la arbitrariedad; ella dimana del conocimiento íntimo de las leyes según las cuales se verifican los fenómenos físicos, y por lo tanto la télesis social se ocupa del estudio de las relaciones del medio cósmico y de las actividades sociales.
Veamos algunas de estas relaciones, La climatología, por ejemplo, ha demostrado hasta la saciedad que la energía animal, se acrece desmejora en razón de los grados de la latitud terrestre y de los diversos modos de la distribución calorífera sobre la superficie del planeta.
En las regiones polares frígidas, la vida orgánica es pobremente ve getativa, y la del hombre, aun pesar de su inteligencia, corre las mismas contingencias. Así lo demuestran esas miserables agrupaciones humanas que allí demoran, en completa barbarie y desposeídas de toda iniciativa. En las regiones ecuatoriales las especies inferiores viven en un medio ventajoso y el reino vegetal alcanza una formidable exuberancia; pero el hombre anfiscio tiende más bien a desmejorar, y sus avances tardíos solo se manifiestan en las mesetas templadas. Los valles ardorosos y las cumbres de más de dos mil metros sobre el nivel del mar, son adversos al desarrollo de la planta humana.
En esta región del globo, las manifestaciones de los elementos naturales son violentas; el hombre vive atemorizado y con facilidad se entrega a la vida indolente y contemplativa. Sus energías se reconcentran en la imaginación, con perjuicio del equilibrio biológico, y poco a poco, esta tendencia dañina socava las estructuras sociales, hasta presentar verdaderos fenómenos teratológicos. Una estadística rigurosa que estudiase las manifestacio.
nes de la energía humana en estos países, nos enseñaría con cifras elocuentes los excesos de la imaginación y los grandes, defectos del músculo, de la inteligencia y del sentido práctico.
En las zonas templadas, la comedida oblicuidad de los rayos solares, por cuyo efecto se producen las estaciones, determina en el hombre una energía integral extraor linaria. La naturaleza allí es más severa y más avara, pero en cambio, sabe coadyuvar los esfuerzos del hombre y proveer sus necesidades.
Lombroso y Laschi, en su admirable monogratía sobre el delito politieo, demuestran con profusión de datos y observaciones el poder de la influencia climatérica sobre la facultad télica del hombre. Al hablar de la efectiva di.
ferencia entre las revoluciones, movimientos fisiológicos sociales y las rebe.
liones, manifestaciones patológicas, sostienen que las sediciones son constantes en los países cáli los en las grandes altitudes, allí donde la baja de presión atmoférica provoca la anoxiemia; al paso que se ven más frecuentes las revoluciones en las regiones frías y templadas. He ahí agreganporqué existen países donde jamás hubo verdaderas revoluciones, donde la religión ha permanecido siempre la misma, católica, bramínica fetichista, y 3120
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