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saludables recursos de la higiene científica, las regiones tropicales quedarán definitivamente dominadas por el progreso humano.
Es cierto que la condición instintiva que domina en los países de esta región, hará muy lento y dificultoso ese desenvolvimiento; pero el contacto inmediato con las naciones en donde el poder inteligente ha subyugado de modo extraordinario los reinos de la naturaleza, constituye para nosotros un recurso, que si ahora no apreciamos en lo que justamente vale, mañana sabremos comprender y aprovechar con ventajas efectivas.
El medio cósmico todavía nos domina de modo fatal, y nuestros limita.
dos avances en lo general, son el fruto tardío y deficiente de la evolución genética. El sentido práctico no es sino una excepción en el seno de nuestras sociedades, y si se quiere una casualidad, toda vez que quienes llevan cabo un progreso cualquiera realizan una empresa ventajosa, son los primeros en bendecir su buena suerte y en achacar los resultados de sus esfuerzos y de su consagración causas extrañas y providenciales.
El uso de razón de nuestros pensadores, aun cuando se nos esté mal el decirlo, resulta irrisorio en la práctica, y hasta funesto muchas veces, porque su autoridad embarca todo un pueblo en la nave averiada de una inteligencia, ofuscada con principios científicos absolutos y colmada de preocupaciones infantiles. cuando el desastre se presenta por falta de previsión, de inteligencia y de conocimientos efectivos, esos hombres providenciales se disculpan con aquel dicho de que en esta tierra dos y dos no son cuatro. expresión que revela las claras la ausencia de sentido práctico y el estado rudimentario de conciencia.
Nuestras masas populares son verdaderos rebaños de carneros; por donde el uno se va por ahí mismo se van todos. Su instinto no da campo a las manifestaciones de la inteligencia, y la rutina empobrecedora es la tendencia que marca el grado de la animalidad.
Nuestras reacciones, muy al contrario de lo que se observa en los países civilizados télicus, son perfectamente directas; la inteligencia no guía cuestros actos ni regula el brote bestial de nuestras pasiones. De ahí que la infelicidad sea la compañera inseparable de nuestra vidorria; estamos acostumbrados irrespetar y que nos irrespeten, violar derechos ajenos y que violen los nuestros, castigar y que nos castiguen; en una palabra, Estamos acostumbrados gemir bajo el látigo de la fatalidad y bendecir con jubilo las concesiones misericordiosas de la providencia.
En los pueblos cultos la situación es muy diversa. Allí nadie se encomienda sino al dios de su inteligencia y al poder de sus músculos.
Los hombres se cuidan y se alimentan, porque saben que sin la higiene las fuerzas físicas morales tienden desmejorarse; allí se respetan los derechos, se fomenta la solidaridad, se acrecen los recursos, se satisfacen las necesidades, se encauzan los vicios, se moderan las pasiones, se aumenta la riqueza, se solidiócan los afectos y la vida colectiva alcanza la plenitud de su desarrollo y las ventajas de sus fines. no se crea que estos conceptos son hijos del entusiasmo fantasías de la imaginación. Son fenómenos que se están cumpliendo a la medida en que los hombres han venido penetrando en el campo inconmensurable de las ciencias naturales. Cada verificación científica implica para la humanidad el alivio de muchas dolencias y la seguridad de muchas satisfacciones.
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