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mundo.
Para los que así piensan, el trabajo, en cualquiera de sus manifest taciones, continúa siendo la pena inventada por Dios, en un momento de ira, para castigar en la humanidad el abuso de libertad de criterio, que, al fin, condición inherente su naturaleza, empezó manifestarse desde el primer liombre, el anatema que, como herencia fatídica, están obligadas recibir y trasmitir interminablemente unas otras las generaciones su paso por la tierra; pero para quienes no estén obcecados y estudien los hechos con serenidad, sin mirarlos al través del prisma desviador de la pasión, el trabajo es, tiene que ser, el resultado lógico de la existencia, lo único que hace agradable el panorama del Su influencia en las condiciones de vida de los distintos pueblos que han habitado el globo determinó, siempre, su avance: en lo material. lia sido el vehículo del progreso, el sendero que conduce, lo mis:no los pueblos que los individuos, la riqueza: el sostén de su salud, de su crédito, de su holgura y de su bienestar; en lo moral, la base sólida que sirve de pedestal la virtud, el alma del carácter, el escudo de la honradez, el campo amplio en que nacen y prosperan las ideas sanas, los sentimientos generosos; bajo su amparo vive la energía, y se fomentan, multiplican y desarrollan nobles ambiciones y generosos impulsos; practicándolo, se vigoriza el músculo y se dignifica el alma, sin su concurso, la independencia es poco menos que imposible, porque en los lugares en que el falta se apresuran levantar sus tronos la pereza que esclaviza y el vicio que degrada: en fin, porque siendo el medio más apropiado de cumplir con la ley del mejoramiento que están sujetos, tanto la materia como el espíritu, lo es también para adquirir el más alto grado de felicidad relativa que, en esta vida se pueda alcanzar como premio del esfuerzo propio y de la práctica de la virtud.
Todo lo que la humanidad interesa está directamente afectado por él, su influencia bienhechora se deja sentir en todas las manifestaciones de la actividad; lo mismo ayuda la labor científica, que empuja el progreso material. En el esclarecimiento de la verdad histórica nada hay que haya podido utilizarse con mayor eficacia que las huellas del trabajo, por las facilidades con que brinda, para la comprobación de las conclusiones que los liechos han venido sugiriendo. Sin su ayuda, todos, la mayor parte de los pueblos de la época prehistórica, permanecerían envueltos en la densa niebla de lo desconocido y su recuerdo se habría borrado si sólo la tradición se hubiese encargado de trasmitirlo.
Paracomprobar lo anterior, no tenemos mas que dirigir nuestras miradas hacia un pueblo cuyos perfiles se pierden en la penumbra de los siglos del cual hay detalles determinantes de su magnitud, de sus gustos y de la importancia de sus trabajos en el estudio de los fenómenos celestes y las leyes que obedecen, que todavía hoy son motivo de difíciles, profundas interesantes controversias entre los especialistas que mayor número de datos han podido aportar para conseguir el triunfo razonado de sus opiniones. El Egipto, país que tiene una historia tan desfigurada por la fábula, que ha sido objeto de estudios, en los que se lian invertido cuantiosas sumas, verificados por los historiadores más notables y por hombres de ciencia que han dedicado la vida entera al estudio de la arqueología, opone tenaz resistencia a la investigación de los hechos en la dificilísima tarea de descifrar su escritura geroglífica; toda la labor de los arqueólogos, acumulada en el trascurso de muchos siglos, apenas empieza proyectar luz sobre ese antro del enigma que oculta en su fondo tesoros que, muy raquíticamente van desente4 3127
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