Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
templar sus dominios y, comprendiendo que podía abarcar con sus brazos la red de los meridianos, dió al mundo el abrazo de un cíclope y marcó en él huella profunda, que no borrarán ni las ironías del destino, ni los zarpazos que sobre su cuerpo desangrado han descargado y quieran seguir descargando las arterías inspiradas en móviles de lucro, cubiertas con el manto de humanidad. pero, en realidad, guiadas únicamente por el sórdito interés y por lo tanto, impotentes para hacer desaparecer los ideales de patriotismo y los arranques de espiritualidad que son el alma de la raza latina, grabados en esa huella, pues donde quiera que sus conquistadores llevaron el eco armonioso de su rica lengua sembraron con prolífico entusiasmo simientes de cariño, que estarán fructificando siempre en los hijos de las que fueron sus colonias, que blasonamos con orgullo de llevar en nuestras venas la ardorosa sangre ibera.
La corriente colonizadora empujó en diversos sentidos un torrente de trabajadores, que grabó en todas las latitudes del globo el sello de la personalidad española, muy especialmente, en la América Latina donde su recuerdo será eterno, porque lo inmortalizan las resistentes y severas construcciones que levantó su influjo en la época colonial y porque en el corazón de cada latino americano tiene que existir, por ineludible deber filial, un altar levantado sui memoria. España siguió Francia, pueblo de cuyos sublimes entusiasmos ha derivado tantos bienes la humanidad entera; sus conquistas jamás han tenido por límites los que le marcan sus fronteras o abarcan sus dominios. Francia ha vivido acaparando cuanto a parece como producto del progreso liumano, en cada país avanzado, para desparramarlo con el noble altruismo que la distingue, entre todos los pueblos de la tierra, junto con lo que ese progreso aportan el despejado talento de sus sabios y el esfuerzo inteligente de sus industriales. Hasta la guerra, vehículo de crímenes y desgracias, la lia utilizado esta gran nación para aumentar el éxito de su impoderable misión civilizadora: la sangre de sus nobles hijos, regada sin economía ha sido el precio altísimo con que ha pagado las más liermosas adquisiciones y los más bellos triunfos, para ponerlos luego con generoso desinterés al servicio de la causa de la humanidad. Ella rasgó, desafiando las terribles iras del oscurantismo, el denso velo de las preocupaciones con que el fanatismo católico ahogaba el pensamiento libre, oscurecía el horizonte de la inteligencia impedía que la luz de la verdad alumbrara en la conciencia, entenebrecida por los errores en ella acumulados y mantenidos con el tiránico poder feudal. de que disponían antes los enemigos de la razón y de la luz; y no había de ser en ese país, que tan hermosas ejecutorias abonan, donde la mano del trabajador escatimara el óbolo de su concurso. Difícil y muy prolongado sería enumerar cuanto en este sentido puede adjudicársele, en monumentos, edificios y trabajos de todo género: todavía lor se tienen como producciones artísticas las ornamentaciones y los mobiliarios. de la época de los Luises, y así, larga podía ser la lista de las citas, pues hasta en sus triunfos puramente militares se vió este pueblo gigante empujado y sostenido por el apasionado entu.
siasmo de sus trabajadores. Luego viene Inglaterra, con su gran incremento comercial y su enorme expansión colonial, mantenidos y ensancliados por el número y calidad de sus buques, que no son otra cosa que el producto directo del brazo de sus obreros, inteligentemente 3134
Este documento no posee notas.