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fal ca de pó en de in la to co cu er lis et trióticos esfuerzos. Durante la presente administración se han instalado 17 cañerías. En muchas de ellas se realiza el ideal en esta clase de construcciones: el agua ha sido captada en el manantial mismo y llega los estanques por tubos librándose de este modo de peligrosas contaminaciones. En otros, el agua no proviene de manantial, pues en Costa Rica, donde las fuentes son raras, no se puede ser muy exigente en esta materia. Pero en todas ellas, el examen quími.
co del agua, ha demostrado su potabilidad. No podemos decir lo mismo, con respecto al análisis micrográfico y bacteriológico que habría dado en más de una ocasión, la seguridad de usar una agua de impecable pureza. La falta en el país de un laboratorio de microbiologia, cuya creación reclaman los adelantos de la higiene y nuestras numerosas y algunas de ellas oscuras enfermeda.
des, nos explica esta sensible omisión.
He aquí la lista de las cañerías construídas en los últimos dos años: Cañería de Grecia.
San Antonio de Belén.
San Pedro de Poás.
San Rafael de Cartago.
Zapote.
Altos de la Estación en construcción.
Atenas.
Escasú.
San Mateo.
Barba.
San Joaquin La Ribera Esparta Chomes.
Nicoya.
Heredia, San Rafael, San Pablo.
Puntarenas.
Cada una de estas cañerias representa muchas vidas economizadas por año lo que es lo mismo, muchas lágrimas y sufrimientos evitados.
Con aguas puras no son necesarios los filtros, cuyo empleo no deja de ser costoso y molesto. Además, los filtros por lo general no dispensan de cocer el agua aun cuando estén acompañados de folletos laudatorios y cuesten caro.
Desconfiemos, sobre todo, de los que filtran ligero y con poca presión, pues dejan pasar los microbios.
Los más comunes en Costa Rica, los de piedra, deben estar provistos de tapa, cerrados al rededor y con su correspondiente puertecilla. Son útiles solamente para volver el agua cocida límpida y quitarle su gusto especial y aerearla. Deben limpiarse menudo con un cepillo. Entre los filtros extranje.
ros los de Chamberland administran agua bacteriológicamente pura. Cuando 10. platos, vasos y demás enseres de cocina hayan sido lavados en las acequias con agua de una mala cañería deben ser pasados después por agua caliente, Es preferible lavarlos directamente con Evitar el uso de alimentos crudos, de frutas cuya corteza sea puesta en la boca (jocotes, guayabas. las cuales por su contacto con la tierra, aguas contaminadas con las manos de disentéricos pueden llevar los gérmenes de la enfermedad. Recuerdo la historia de un palo de jocote cuyas frutas pasaban por dar disenterfa; nada más cierto: en la casa había un disentérico que llevaba dos años de enfermedad y buscaba menudo la sombra protectora del árbol.
En más de una ocasión hemos constatado que la práctica de estas reglas simples y fáciles de ejecutar es suficiente para evitar el contagio. Podría citar, para corroborar mi aserto los nombres de varias personas que han visto retirarse la enfermedad de sus casas aun con menos precauciones de las que dejo expuestas Para terminar, repito: la disenteria no se desarrolla jamás expontáneamente, se adquiere siempre por contagio, que a veces debemos confesarlo, no fe ct cu сс st to a e e agua hervida.
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