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re el El Mal es el rival implacable del Bien: el Error vive en inconciliable enemistad con la Verdad: Satanás tiene una eterna aversión Dios: las fieras persiguen y combaten las fieras de especie diferente.
Solamente el hombre detesta y maldice a otro hombre: y esta aversión su semejante es lo que se llama odio.
El odio tiene mil faces, y presenta distintas formas, todas idénticas en el fondo, porque todas van a parar al mismo fin: al mal.
El odio es un prisma rojo que hace ver a las personas al través de una cortina encarnada, con color y olor de sangre.
El odio es un loco ciego y frenético que arrastra al liombre hasta hacerle caer en un abismo.
El odio es el engendro diabólico de la envidia y de la venganza rencorosa.
Es el resultado de algún inocente desdén de parte de la super rioridad. Surge, ki veces, del sentimiento de la propia inferioridad puesta en parangón con las eminencias individuales.
Causas grandes, causas pequeñas, causas aparentes sirven de incentivo al odio. En muchas ocasiones brota espontáneamente en los pliegues de un corazón calcinado por el sufrimiento y un pasado paupërrimo.
El odio es padre de la murmuración, de la maledicencia, de la calumnia, del asesinato, de la opresión.
Muy frecuentemente se odia, por el simple placer de odiar. Calígula deseaba que el pueblo romano tuviera una sola cabeza para hacerla caer de un solo tajo. Eso era la voluptuosidad del odio en que mecía su alma aquel insensato coronado.
El odio se refleja y se descubre en los ojos sanguinolentos y centellantes como los de la pantera.
Ese es el odio franco y declarado, el odio caballeroso, si este calificativo se pudiera aplicar al odio. Esta es la menos peligrosa de sus manifestaciones.
El odio solapado, el odio hipócrita es livido, y de mirar velado como el mirar del tigre y de la serpiente. El odio hipócrita se asemeja esas montañas curas cimas están cubiertas por nieves perpétuas, pero en cuyas entrañas ruge furioso un fuego voraz. Pero el odio no tiene la magestad ni la belleza de estas maravillas de la creación, porque el odio es obra del hombre.
El odio, como Nerón, canta. baila y se embriaga de placer cuando el incendio, el hambre y la peste diezman los pueblos: cuando la calumnia ha aniquilado las reputaciones, la honra y el honor ajenos: cuando la mano fatal de la desgracia está pesando sobre las familias o sobre los individuos, El odio se recrea con ideas desoladoras y destructoras. Los paisajes que se deleita contemplando son los que ofrecen su vista ruinas y escombros, tristeza y dolor.
El odio gime. llora y se estremece enfurecido delante de la prosperidad y la grandeza, ante el talento y la virtud.
Si el lombre poseído por el demonio del odio, ríe, temblemos: sus carcajadas nos presagian calamidades cercanas, nos indican la tempestad de males que están cayendo sobre nuestros amigos.
3169 logo oro, cas, un. es, tenque ista de Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Limano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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