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Lirio de Otoño la memoria de Chayito Jurado tornarse blanca com tro.
marfil.
Murió dulcemente, dulcemente, como mueren las rosas, como mueren los lirios.
Su vida se fué extinguiendo como una estrella que perdiera su luz, hasta si fuese de alabas.
Murió soñando con los bellos angeles de alas de nieve, y la buena Virgen de los cielos que le señalaba un horizonte luminoso. Rueguen Dios por esta chiquilla dijo con lánguida voz, best sus hermanas dulcemente, como si se despi.
diese para algún viaje, del que fuera volver trayendo un ramillete de perfumadas estrellas del vasto jardín azul. en un doloroso silencio nos arrodillamos alrededor de su lecho. Su respiración anhelosa y fatigada se iba acortando poco a poco en la trágica quietud de aquellos momentos.
Un cirio ardia frente un crucifijo de Afuera, agonizaba el crepúsculo tristemente.
Del jardín cercano llegaba el aroma de las rosas; y una cortina de seda que atenuaba la muriente luz, ondulaba suavemente tocada por la brisa de la tarde.
De pronto, una convulsión agitó el cuerpo de la pobre moribunda, abrió los ojos isus inmensos ojos negros. Ya no veo. balbuceo con una angustiosa voz que tenía la vaguedad de un lejano rumor: quiso decir algo más.
y no pudo, y sonriendo, se quedo in móvil para siempre Al borde de su lecho zhogábamos el llanto temerosos de turbai aquel apaci.
ble sueño; asi parecía que dormia, con su sonrisa en les marchitos labios, los lindos ojos medio velados, don e se apagaba el brillo de su última mirada, y pålida, terriblemente pálida, como si Fot. Paynter la luna nevara su livida luz sobre su diafana blancura de azucena.
Chayito Jurado Un grito doloroso llenó entonces la lúgubre estancia.
El cirio se apagó difundiendo un extraño olor. Adiós, alma mia. Adiós por siempre! soluzaban. una lluvia de besos y de lágrimas cubrió la alba frente de la desventurada muertecita. al verla tan bella entre los niveos encajes de su mortaja, pensé que morir los diecisiete años era salir del rosado sueño de la vida para enirar en el sueño azul de la muerte. así fue como en aquella tarde de un triste crepúsculo, murió la encantadora niña, dulcemente, dulcemente, com muieren las rosas, como mueren los lirios Rafael Angel Troyo 3211

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