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La tragedia del Retorno Para Páginas Ilustradas Para Santiago Miral, poeta que oyó con atención el desconcierto de mi siringa EL Tengo miedo de todo, del jardín, de la luna y de que se le rían los labios en la oscura quietud del huerto familiar. Quién sabe si llorará de miedo de gozo al mirarme, si esconderá los ojos, temblando, entre las manos porque la perdone me tenderá los brazos!
Todo se ha puesto triste. el agua reza llora sobre el caño. Alma mía, se está riendo una boca detrás de la ventana, detrás de la ventana y pienso que es la misma boca que yo besaba. Los rosales que oyeron el dolor de su grito y la bulla del beso en que nos confundimos, deshojan sus corolas y se quedan temblando. Verdad, rosales míos, que por mi afán lloramos y por la extraña risa de sus labios esquivos.
y por la dolorosa muerte de su cariño. Una lluvia de pétalos cae de los rosales y en la ventana rien sus labios como antes.
He vivido por ella toda mi vida, y llevo un puñal en las manos, una flauta en el pecho y una estrofa de sangre en los labios Por ella maltrataron mis plantas el Desierto, y la pena me mordió las entrañas: visité las ciudades, encendi con mis besos muchas bocas sin sangre y he tornado sus rejas doloroso y vencido por mirar sus arterias rotas sobre el corpiñc.
Todavía se rien sus labios. Esli sola con los ojos perdidos en la extensión remota; ove el ruido discreto de unas plantas que llegan pisando brevemente las florecidas eras, tiembla toda y se agita, y través de la tarde ze las cosas y calla.
EL Haced silencio oh, flores! Brisas, no ligáis nada las enredaderas que asombran su ventana: que aqui donde su boca me engañó tantas veces voy matarla, y luego podréis gritar alegres. 323
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