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LOS ROSALES Sean lágrimas vivas nuestros pétalos frescos.
LA VENTANA Mi tristeza se alegra, porque el zagal ha vuelto.
ELLA Tengo miedo de todo. Del jardín, de la luna.
EL Setiembre. Noble y trágico! Mi puñal te saluda, y al amparo siniestro de tu sombra, desgarra gloriosamente un seno, y corta una palabra. ELLA ¿Quieres besos? Mi boca. Mi corazón. Qué quieres?
Tienes alegre el rostro y en tu boca fiorece un gran dolor extraño. Eras bueno, la risa de tu boca era franca cuando por mi reías.
y nunca estuvo triste tu corazón.
Ει.
Las eras de mi labranza dieron una mala cosecha porque regué con lágrimas de desamor los surcos: después me oyeron todos llorando por el mundo, y con los pies heridos vuelvo al fin tus rejas: traigo un verso en los labios que la sed atormenta, una extraña plegaria en los ojos, cansados de mirar cosas cristes, y un puñal en las manos!
ELLA ¿Ya no quieres tu alegre caramillo de cañas, ni el panal de mis labios, ni los gritos del agua que se arrastra en el monte remedando tus versos?
EL Quiero sólo la sangre de tus senos abiertos y porque no me miren tus perversas pupilas que otra vez animaron el dolor de mis dias.
y el color de una herida que en tu pecho fiorezca.
Todo lo has vuelto triste con tu mala cabeza, dá tu sangre al paisaje y mi boca. No llores, que se espanta el silencio del Jardín Suena el golpe y en sus senos esquivos, agitados y blancos brota un copo de sangre que humedece los labios del Zagal.
Luis Cano 3219
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