Guardar

Te heur!
Те qu es la nuevas y novísimas escuelas. Verlaine, verdadero gran poeta, y de quien se dicen discípulos los decadentes, tiene para ellos conceptos tan amables como estos. la única palabra que está inscrita en sus banderas es ésta: Reclame! Lo que escriben no es verso, es prosa; ni siqu era prosa, es una jerigonza (charavia. y sobre todo, eso no es francés. Me cargan los tales simbolistas. Moreas niega René Ghil, todo puesto en literatura.
Henri de Regnier, Charles Morice, Charles Vignier, se burlan donosamente de la pretendida jefatura de escuela francesa que pretende asumir el griego Moreas.
Jean Caraguel llama las nuevas escuelas literatura de vagidos, de balbuceos, de faltas de ideas. Moreas va las bibliotecas a buscar palabras, y después de recogida su cosecha, las combina penosamente y eso es todo.
Charles Morice debiera dedicarse la agricultura, en donde faltan brazos.
He aquí una muestra de la diferencia de criterios de apreciación literaria que existe entre los maestros consagrados y los que aspiran serlo. En un mismo día publica Echo de Paris estos dos conceptos sobre Sul y Prudhomme: Qué espíritu tan noble! Qué ele.
vación? Es un gran poeta y un gran ta.
lento (Ernesto Renan. Mr. Sully rudhomme no merece ni siquiera el nombre de poeta, lo será lo sumo, al uso de las damisel Charles Mori.
ce. esto se dice del traductor de Lucrecio, del autor de Justice y de BonPerez Triana, en su último libro Desde lejos, dice, quejándose de la situa.
ción de la patria: Los cantores también han callado. Suenan algunas voces imitadoras de exóticas tendencias y maneras, plantas anémicas, como si fueran de invernadero, que no corresponden nuestro suélo y nuestro sol, es decir, ni nuestra vida, ni nuestra época. este silencio es también un indicio de la pesadumbre intelectual que adorna nuestro pueblo, acusadora de una degeneración dolorosa y creciente.
Aquí en San José, y desde este mismo periódico, se lanzó un grito de ingenuo despecho de amarga ironía por una de esas almas enfermas, que afirma mis dichos: br el со ווז de co e o Quise hacer un soneto, no a la manera antigua ni imitando los clásicos, con su manera ya exigua: modele los cuartetos domando un metre exótico, en que los adjetivos lucian algo despótico, Evoqué en los tercetos amores y tristezas para que los realistas sintieran asperezas, y cuando en una noche llena de calma recité mi soneto, no lo entendió ni un alma!
Dice Mallarmé que nombrar un objeto es suprimir las tres cuartas partes de la delectación que debe producir un poema. Adivinarlo, sugerirlo, he aquí el ensueño. Así y todo, el autor de lo trascrito anteriormente, faltó a los consejos de su maestro, y en un metro exótico cantó la verdad de lo que pasa con todas las obras de los decadentes, quienes cantan acuarelas, odoran rayos de luna, ven cadenrias, y oyen aromas y fra gancias, alterando así, en su ansia de libertad hasta las funciones de los sentidos, por lo que se les pueden dispensar las pornografías que ejecutan por elevación, arrastrados por sus raros y peregrinos ensueños. Noriega Marzo de 1ços 3232

    Notas

    Este documento no posee notas.