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Párrafos de crónica Encarnación Mayoral La joven artista nos ha dejado, 11 porque aquí desconociésemos las dotes singulares que, como cantatriz como pianista, ella en grado sumo atesora, sino porque, en su pequeñez, este pais no podía ofrecerle el provecho pecuniario que en cualquiera otro lugar indefectiblemente le aseguran el poder de su voz y la técnica de su arte.
Al oir a la señorita Mayoral, efectivamente, se disputan nuestra admiración, con igual y excitante solicitud, la dulce robustez de la voz. no hay paradoja. y la maestría con que ella maneja ese instrumento divino.
Porque la seño Mayoral no se ha mostrado indiferente al dón precioso de que la Naturaleza, más generosa veces que las hadas munificas de los cuentos, le hizo presente en la cuna y, con la conciencia de quien siente bullir la inspiración en su cerebro, como una fuente de mil surtidores, ha educado en el estudio el tesoro de su garganta, hasta hacer de ella un ave del Paraíso, que canta maravillosamente tenor de su voluntad.
No son ciertamente para olvidadas esas noches, cuya solemnidad risueña sólo hallamos en los templos del Arte, en que, erguido el hermoso busto. porque la señorita Mayoral es también una real moza inundaba el teatro de acentos cuyas ondulaciones hacían vibrar nuestro sistema sensorio como vibrarían al contacto de corrientes siderales que, al herir nuestro tímpano, se deslíen en una lluvia sutil y sonora.
Hay, entre nosotros, mayor abundamiento, otro motivo de querencia hacia la joven artista, y es que ella se crió y formó en este suelo, que casi viene ser una segunda patria para la señorita Mayoral; sobre que su condición de española, la misma de los costarricenses, por origen, habla y costumbres, es parte, seguramente, para que se sienta aquí como en terruño propio. Estas mismas circunstancias hacen también que los licos tengamos la señorita Mayoral por una gloria del suelo. Nos consolaremos, por ende, al pensar que sus triunfos artisticos han de reflejar un rayo de gloria sobre el nombre, casi desconocido en la geografia mundial, de su patria costarricense.
Numerosos, es claro, han de ser esos triunfos en aquellos centros de vasta cultura donde el arte ejerce poder irresistible sobre todos los espiritus, que sienten la necesidad de esparcimientos superiores con esa misma exigencia inaplazable con que el cuerpo reclama la satisfacción de los medios propios facilitar la subsistencia fisiológica. Pero aqui vivimos en la confianza de que ni esto ni, menos aún, el prosaico aliciente del lu.
cro han de impedir que la señorita Mayoral regrese en día no remoto al suelo en donde el ave de su inteligencia se estremeció por primera vez las caricias del Arte.
Sé que el Gobierno de la República no aguardó que se marchara para hacerle ventajosas proposiciones.
que ella, sin embargo, no pudo aceptar en aquella sazón, porque ya tenía compromisos para dar algunos conciertos en teatros de Barcelona. Es de esperarse, con todo, que la artista hispano costarricense acabe por aceptar las proposiciones del Gobierno y la veamos otra vez entre nosotros Arte en las hermosas veladas que.
con tanto gusto como abnegación, ella sabía organizar en el áureo corral josefino y contribuyendo igualmente con sus lecciones a la vulgarización de la cultura artística, tan necesaria en todas las sociedades que desean campar con derecho por los trigos de la civilización Mientras tanto, aquí celebraremos como propios los triunfos que por allá obtenga la joven artista y sufragaremos íntimamente pur que la aloudra, que revolotea hoy por ei espacio azul y sin límites, retorne pronto a su jaula.
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