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ро tro bu 90 sa dit qu int No cal dat Di En San José Heme aquí de regreso en la capital de la República: un mes largo hacía que este chisgarabís empecatado no ponía las plantas en las polvorientas calles de San José. La noticia es sensacional. dirán con indignación los espíritus dados estas observaciones profundas; ni más ni menos, les replico yo, que las noticias con que nuestros periódicos alimentan diario la curiosidad chismográfica de sus amables lectores. reuniendo así, poco a poco, un material tan escogido como interesante para que el ceñudo historiador de mañana deje patitiesos nuestros choznos contándoles las mil cosas elevadas que cuestra prensa dedica hoy sus respetables columnas.
Contaba yo, pues, que he estado ausente de Villa Nueva cosa de mes y medio y, como es deber mío, fuer de cronista honrado, no defraudar la Historia de noticias que pueden servir para levantar el edificio de una época, agregaré que no me hizo maldita la gracia trocar la quietud bucólica en que he vivido, escuchanda por todas partes la voz solemne de la vieja Naturaleza, no adulterado por los insanos artificios del hombre; recibiendo a todas horas la mirada errabunda que, como un agasajo mudo, pero sin falsía, los animales de vuestro corral ponen tiernamene en vosotros; sintiendo correrlentamente por mis venas esa ola tibia en que nos envuelven las horas estivales, haciéndonos caer en sopor que poco a poco se trasforma en una como animaldad dulce y resignada: experimentando cuánta razón no tiene Fray Luis, el poeta, cuando dice: Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido. apercibiéndome, en fin, con Tolstoy de que sólo el aislamiento asegura la independencia: agregaré, decía, que no me hizo maldita la gracia trocar la quietud bucólica en que he vivido por este ajetreo fatigoso de la ciudad, en donde, por encima de todo, me sacan de mi las asperezas inevitables del contacto humano, que cada vez producen en mi epidermis escozores más vivos. Dura cosa, por cierto, es no poder uno moverse en este grano de anis sin dar de bruces a la vuelta de cada esquina con las gentes que os miran de reojo que os son antipáticas. Cómo me gustaria míla gran urbe. el desierto de hombres, que decía Chateaubriand.
Con todo eso, es de tal suerte caprichosa instable la naturaleza humana que volví la ciudad con ese placer un si es no es angustioso con que a veces cambiamos de sitio, aunque ello sea para volver los lugares en donde, sin embargo, sabemos que nos aguarda la lucha. Pe ro no era en verdad el gusto acerbo de la lucha 10 que al presente me atraía San José con atracción poderosa: era la curiosidad cuasi malsana de ver qué estado de decadencia había venido una ciudad en que tan terriblemente hacía presa el gusano de la crisis económica.
Ciertamente, yo temía encontrar San José poco menos que en escombros; pero, qué decepción, 6, para hablar más en armonía con mis sentimientos. qué sorpresa tan agradable Siempre ostentosa, San José no se le ha dado un comino de la crisis manetaria que, según gritan nuestros mercurios, siembra la necesidad por todos los ámlitos de la República.
Verdad es que este San José marrullero siempre tuvo maña para encubrir sus lacerias bajo una graciosa combinación de plumas y colorines.
Para eso, sí, para eso están ahí los almacenes de lujo, en cuyos limpios escaparates con bello desorden se amantonan las telas y arrequives con que las chicas de tono se confeccionan. es un suponer. esos trajes aéreos que parecen sacados del hatillo de una hada. Es mucha verdad que estos elegantes perendengues cuestan un bigote; pero eso. qué importa. Para qué es, si no, el crédito?
Larra, el malicioso, decía que para traducir no era menester sino audacia y un diccionario y que al que tiene lo primero no le suele faltar lo segundo. Yo diria, parodiando al famoso tuerto, que para hacerse de crédito por aquí sólo se necesita ser empleado y no tner mucha preocupación y que no es cosa del otro jueves ver reunidas estas dos circunstancias en un solo individuo. Ni yo culpo tamde Per diso tos nun asce quid birs jor, SE más bue no e haus cón, sus Si SI de salti aten muk inve espe erog entre Pa ten feliz la bend cons muy reim ción, cen Pe olvid 3252

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