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tributadas la rebeldía de Gestas, ya maravillase ante la Magdalena de Hen.
en plena posesión del arte verdadero, ner y nos dice que Sobre su torso de belleza lleno Una escala de luz, como una aurora, Desciende, hecha caricia, hasta su seno. volviéndose al trabajo lo saluda. Salve, pegaso de la vida! Tú eres Caricia del cincel en la escultura, Canción de libertad en los talleres, Sostén en la gerial arquitectura, unido con la ciencia Eres ala mirífica que explora Los campos siderales.
Tú vibras en el hacha tu canción en los collados zumba: El roble fuerte que arrostró la racha Tu fuerza lo desgaja y lo derrumba: El monte milenario Que, modo de gigante dromedario, Destaca su espinazo en lontananza, Doblega la cerviz bajo la rueda el campo escueto convertido queda En campitia feraz. en ella brota el fruto que al labriego Ofrenda cual espléndido tesoro En dulces piñas y en estuches de oro.
Las ánforas etruscas, Del diamante las nítidas facetas, El capitel arábigo y el cable Que eine la extensión del oceano, Obras son. oh Trabajo! de tu mano.
Pues esta poesía es la que siempre apariencia y de su deslumbrante brillo que no se haya entronizado el mal gusto de relámpago, diríase que se sonrien las sobre la tierra, ine atrevo yo decir que permanentes costelaciones que llenan de vivirá con aplauso, no sólo de los doctos maravilla el firmamento.
sino aún de los que tengan ligeras nocio Tal es, amigo mio, mi humilde parecer nes del arte. Lo demás, quiero decir, respecto de la obra poética que usted ha lo que llaman hoy poesia decadente pa sometido mi indocta consideración.
réceme tan efímera como las exhala rogándole tenga por no escrito que ciones fugitivas que rayan la atmósfera pueda en alguna manera disgustarle, me y detonan bajo la apacible claridad de es grato suscribirme de usted, admiralas estrellas. Después de su medrosa dor y amigo, Felipe Tejera 3286
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